¡Cien programas! MasterChef se puso anoche de largo para celebrar un número tan redondo. Cien programas en los que nos hemos emocionado, hemos reído, llorado un poco, aprendido algo de cocina -algunos seguimos siendo un poco torpes- y festejado el que se ha convertido en uno de los grandes éxitos de la televisión nacional. Y, claro, tan arriba estaban los ánimos que los concursantes de la edición se entregaron a un auténtico despiporre. ¿Quién iba a pensar que terminarían comiéndose a besos al jurado? Pues ocurrió, ¡vaya si ocurrió!
Prometía ser una noche muy divertida. No solo se esperaba la llegada de un antiguo concursante repescado, sino que Bibiana volvía a ser capitana de equipo y ya sabemos lo que ocurre. Cocinar, no cocinan demasiado, pero escuchar a la actriz hablando de cualquier cosa es siempre un placer indescriptible. ¿Por qué no tiene ya un programa para ella sola? Un show de entrevistas, donde vayan pasando los rostros más conocidos y se sienten a conversar con Bibiana.
Bueno, a lo que íbamos. La tensión duró hasta la prueba de eliminación, como en cada programa. Nervios, ganas de quedarse y un buen rollo que se ha contagiado entre aspirantes y jurado. Tanto que anoche acabaron a morreo limpio. ¡Literalmente! La primera en lanzarse fue Anabel Alonso, que reclamó, desde su cómodo puesto de salvación, un beso de Jordi. El chef no pudo negarse y recibió con los brazos abiertos -y un poco de miedo- a la actriz. Ni en las películas hemos visto tanta pasión.
Rápidamente, los restantes miembros del jurado también reclamaron su beso. Bibiana corrió a lanzarse en los brazos de Pepe mientras que Juan Betancourt se fundió en un abrazo con Samantha. No sabemos si por timidez o por respeto, el modelo fue mucho más cauto que sus compañeras. Menos mal que, minutos después, Jose Corbacho le tomó el relevo y le plantó un beso a Samantha que todavía debe estar recuperándose.
Ahora, ningún encuentro tan esperado como el de Saúl Craviotto y Eva González. El deportista bajó las escaleras nerviosísimo. No podía creer lo que estaba a punto de ocurrir -él mismo lo reconoció después-. Eva se subió la falda y se lanzó a los fuertes brazos del aspirante. ¡Dirty Dancing! O bueno, caso. Craviotto volvió a su puesto con cara de alucinando. “Ya he ganado MasterChef”, decía.
Desde luego, vaya injusticia. No solo se salvan de la eliminación sino que, además, se llevan un beso. Lo que no pase en las cocinas de MasterChef...