Ana Rosa Quintana (67 años) ha sorprendido a todos los espectadores de Telecinco con su último movimiento en redes sociales. La presentadora, que se pone al frente el próximo 18 de septiembre de su 'TardeAR' en las tardes de Telecinco, ha querido apoyar a Jorge Javier Vázquez ante el estreno del nuevo próximo proyecto televisivo. Su vuelta al trabajo después de casi tres meses de baja.
Hace muy pocos minutos que el que fuera presentador de 'Sálvame' durante más de 14 años ha publicado una carta dirigida directamente a Pablo Motos. Jorge Javier, muy directo con su principal rival en el 'prime time', ha dejado a todos sorprendidos con este vídeo promocional del formato, un espacio que promete dejar a todos boquiabiertos. Pero para sorpresa de todos, Ana Rosa, que se queda con la franja que su compañero ha liderado durante años, le ha dejado unas curiosas palabras en la publicación de Instagram.
Las palabras de Ana Rosa a Jorge Javier
Dentro de todos los comentarios que han dejado en la divertidísima carta de Jorge, que confiesa que será el padrino de boda de Isa Pantoja el próximo 13 de octubre, hay uno que sobresale de todos los demás. Irma Soriano, Bibiana Fernández, Mercedes Milá, Sonia Madoc, Kika Lorace, Belinda Washington... todas han dejado sus mensajes de apoyo al presentador, pero sin duda ha sido el de Ana Rosa Quintana el que más ha llamado la atención. "Que ganas de oír tus 'Cuentos Chinos', yo de chinos se un montón", ha escrito la reina de las mañanas (ahora será de las tardes) de Telecinco.
La presentadora de 'TardeAR' bromea así y hace referencia con sus palabras al barrio de Usera, donde ella creció. Y es que hace unas semanas Ana Rosa se vio implicada en una gran polémica cuando recibió la Medalla de Honor que concede la ciudad de Madrid por su trayectoria profesional y comenzó su discurso asegurando estar orgullosa de sus orígenes aunque destacando que su barrio ahora era "Chinatown". "Me he criado en Usera, en un barrio obrero y trabajador, antes de que fuera Chinatown", dijo la periodista, desatando una polémica que no tardó de obtener reacciones.
Aunque finalmente Quintana afirmó que tiene "tres hijos madrileños" y que vive y disfruta su ciudad porque "es la casa de todo el mundo", la presentadora quiso responder a todos aquellos que la criticaron y tildaron de "racista" por haber descrito así a la zona de la ciudad donde ella creció. "Yo era racista porque dije Chinatown. Oiga, discúlpeme usted, ¿cómo se llama el barrio de Nueva York, el de Londres o el de París?", se preguntó para tratar de defenderse del calificativo que había empleado aquel día. Ana Rosa quiso dejar muy claro su conocimiento sobre el lugar de la discordia, que, de acuerdo con sus declaraciones está repleto de elementos de la cultura china. "A Usera, que es el barrio donde yo me he criado, le han concedido 200.000 euros de fondos europeos para que ponga las puertas con los farolillos, ya tienen la estatua del panda, y está la Virgen de China", expresó. Pero la cosa no se quedó ahí y tras su demostración sobre el barrio, al que le gusta visitar de vez en cuando, quiso dirigirse expresamente a quienes la acusaron de ser racista. "Pero esto no es Chinatown, porque son unos catetos que ni siquiera se han ido realmente a los barrios, que al final todos han votado en el norte", sentenció la comunicadora.
Así recuerda Ana Rosa su infancia en Usera
Hace unas semanas, cuando Ana Rosa estaba a punto de recibir la Medalla de Honor, explicó en una entrevista a 'Vanitatis' cómo recuerda ella su infancia en su barrio. "Yo nací en la plaza de España, en la calle Cadalso, pero con cuatro años mi madre consiguió una casa de construcción pública del Ministerio de la Vivienda en el poblado de Almendrales, que está en Usera, era una colonia construida con casas de protección oficial, casas muy humildes que se construyeron a mitad de los 50. Nosotros nos fuimos a vivir allí a principios de los 60, a una cuarta planta sin ascensor, y recuerdo el calor y el frío que pasábamos", comenzó diciendo la periodista.
"Eran pisos de ladrillo visto por fuera y de ladrillo visto por dentro. Sin aislamiento. Yo recuerdo eso de poner la mano o los pies en la pared en la hora de la siesta y ardía la pared en verano, y en invierno igual pero al revés. Luego ya enseguida vinieron los radiadores eléctricos. Ahora sería imposible por el precio de la electricidad. Casi todo el barrio, sobre todo al principio, procedía de la inmigración interna. Había mucha gente de Extremadura y Andalucía, gente obrera; me acuerdo de Cándida, del bajo izquierda, que era extremeña. Sacaban las sillas a la puerta en cuanto bajaba el sol", contó Ana Rosa en el citado medio.