Cuando Rocío Jurado e Isabel Pantoja eran amigas (y rivales) y no imaginaban todo lo que vendría después

Amigas, compañeras, cantantes y, sí, también rivales, Rocío Jurado e Isabel Pantoja se hartaron de asegurar que no había enemistad entre ellas pero la realidad acabó yendo por otro lado

JC
José Confuso

Director digital de Lecturas

Isabel Pantoja Rocio Jurado collage

“¡Estoy harta! ¡Harta de que siempre me pregunten lo mismo!”. Era todavía el año 89 y Rocío Jurado estaba ya cansada, no de la familia Rivera, sino de que nombrasen a Isabel Pantoja en cada una de sus entrevistas. “¡No existe ningún problema entre Isabel y yo!”, zanjaba con esa contundencia que solo puede enarbolar una folclórica. Admiradas, seguidas y respetadas, los rumores sobre una velada enemistad entre ambas alimentaban las crónicas sociales de la época. Poco importaba que tratasen de disiparlos, poco importaba que hiciesen concesiones de cara a la prensa y apareciesen juntas y sonrientes, la semilla estaba ya germinada. ¿Qué ocurría entre las tonadilleras? ¿Qué pasó para que se les terminase rompiendo ese amor de tanto usarlo? Su historia comenzó en un tablao y, al parecer, acabó por una simple canción.

“Jamás nos hemos llevado mal, ¡nunca en la vida! Es más, la echo muchísimo de menos. Mucho. Y lo pasé muy mal. Todavía no puedo escucharla cantar”. Isabel Pantoja alzaba la voz desde el sillón del malogrado 'Top Star', su última y poco exitosa aventura profesional en televisión. Sobre el escenario una aspirante a estrella entonaba las notas de 'Se nos rompió el amor'. La cantante se quebraba ante la melodía. Sobre la mesa, la eterna pregunta acerca de su verdadera relación. Pantoja recomponía sus fuerzas y sentenciaba: “¡Era mi compañera!”. Y ese, de hecho, fue el inicio de todo. Rocío e Isabel compartían teatro e intereses en la vida. Una era una estrella. La otra, lo iba a ser.

Antes de ser grandes estrellas

“Primero soy amiga, soy hermana, soy hija, soy madre y luego, luego... soy artista”. Isabel Pantoja se definía a sí misma en una entrevista a ABC en 2006, pocos meses después del fallecimiento de Rocío Jurado. El dolor seguía incrustado en la cantante y eso que ya había tenido que pasar por la terrible pérdida de Paquirri años antes. “No entiendo nada. A este paso, España se quedará sin artistas”, se lamentaba. Y es que, pese a los rumores de rivalidad que les acompañaron en vida -y que nunca han dejado de sonar-, su relación siempre fue cercana. O así lo quisieron contar a todo aquel que se acercó a preguntarles. Aunque alguno salió más escaldado que otro.

Cuenta la leyenda, ya que en la vida de una folclórica uno nunca sabe qué es verdad y qué ficción, que Rocío Jurado e Isabel Pantoja se conocieron compartiendo escenario. Una, la primera, era ya un una cantante de éxito mientras que la segunda acababa de incorporarse al elenco de 'El corral de la Morería'. Joven promesa de la música, rápidamente captó la atención de Jurado, que se convirtió en su amiga y valedora. Como veterana, le dio consejos, la recomendó para trabajos y no dudó en hablar de ella en charlas y entrevistas. Era la sensación del momento y eso que aún quedaba mucho para que llegase a su esplendor.

“No puede haber rivalidad entre Isabel y yo, porque cada una cultiva un género distinto y tiene un público diferente... Pero todo eso son cosas inevitables del mundo del espectáculo”, aseguraba Rocío Jurado a Vanidades en 1989. “Cosas a las que ya una se acostumbra a lo largo de una prolongada carrera”. La cantante restaba importancia a los dimes y diretes pese a que el germen de su enfado ya florecía. Todo venía por una canción, 'La mujer del torero', que Rocío había grabado un año antes.

Rocio Jurado Isabel Pantoja

Rocío Jurado e Isabel Pantoja, en el entierro de Lola Flores

Gtres

El inicio de la guerra

El maestro Solano fue, no solo uno de los grandes compositores de la historia de la música, sino también una persona esencial tanto en la carrera de Rocío Jurado como de Isabel Pantoja. Ambas contaron con él para sus trabajos discográficos más exitosos y construyeron sus repertorios basándose en sus temas. De hecho, cuenta también la leyenda que Solano, compositor habitual de Jurado, dejó a la de Chipiona para centrarse en Pantoja cuando esta empezó a despuntar. Y de aquellos barros, estos lodos.

En 1989, cinco años después de la muerte de Paquirri, Isabel Pantoja exige cantar 'La mujer del torero', una composición del maestro Solano con letra de Rafael de León que parecía retratar la historia de amor de la tonadillera y el torero. Rocío Jurado, que ya había estrenado el tema, se niega. “Esta canción está hecha desde antes de que se muriera Rafael de León y se murió en el 82, con lo que queda claro que esa canción estaba hecha para mí”, aseguraba la propia Rocío en uno de sus actuaciones para televisión. No había duda, Pantoja se equivocaba.

Tendrían que pasar tres años más hasta que la amistad de Rocío Jurado e Isabel Pantoja saltase por los aires. Corría el año 92, Sevilla se preparaba para acoger la Exposición Universal y Rocío Jurado se unía al espectáculo 'Azabache', destinado a promocionar la copla y la canción española. A su lado, Juanita Reina, Imperio Argentina, Nati Mistral y María Vidal. Ni rastro de Isabel Pantoja. ¿Por qué? Encarna Sánchez, reina de la radio en aquel momento, lo vio claro. Jurado había vetado a Pantoja. Algo que nunca se llegó a demostrar pero que hizo que aquella amistad entre compañeras se resintiese casi para siempre.

El dolor tras la muerte de Rocío

Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que Isabel Pantoja se reencontrase con Rocío Jurado y fue en la peor de las circunstancias. Tras conocerse el fallecimiento de la cantante, no fueron pocas las miradas que se dirigieron hacia la que, en otro momento, fue su gran rival. Pantoja estaba destrozada. Rota entre lágrimas se despedía de su amiga. “No puedo hablar nada, es un momento muy difícil, muy duro”, se disculpaba telefónicamente con la agencia Efe antes de que se le quebrase la voz y diese por terminada la conversación. No sería la última vez que hablaría de ella pero sí una de las pocas. Se cerraba el círculo e Isabel era la única superviviente. “Aunque se hayan ido las dos Rocíos sé que van a estar siempre”, confesaba ese mismo año. No le faltaba razón. Siguen ahí siempre.