“He venido a buscarlo”. Corría el año 1975 cuando Isabel Preysler se plantaba en la puerta del local en el que Julio Iglesias iba a ofrecer su próximo concierto. “¿Usted quién es?”, le preguntaron. “Su mujer”, explicó Preysler. Rápidamente cundió el pánico. “Es la esposa de Julio”, susurraban los camareros a una mujer afincada en la barra. En cuanto lo supo, entró corriendo a buscar al cantante. Julio salió a recibir a Isabel y se abrió paso entre las hordas de admiradoras. Detrás, entre bambalinas, otro nombre sonaba con fuerza: María Edite. Era una de las muchas veces que el matrimonio de Julio e Isabel hacía aguas... Así desvelaba Pilar Eyre para Lecturas en 2019 uno de los episodios más tensos vividos por Isabel Preysler. Una historia de celos -por parte de él- e inseguridades -por parte de ella- que mucho nos hace pensar en lo que está ocurriendo ahora.
Cuatro décadas después es su hija, Tamara Falcó, la que intenta tragar un escándalo para el que, sorprendentemente, no parecía preparada. Horas después de anunciar al mundo su compromiso matrimonial, un vídeo donde podía verse a su futuro marido, Íñigo Onieva, besándose con otra mujer detenía el tiempo. Tamara intentaba pararlo apareciendo de la mano del empresario pero era ya demasiado tarde. En casa y según avanzaba su entorno, su madre le recordó un doloroso 'te lo dije'. Y es que si alguien sabe de qué está hablando esa es Isabel Preysler.
“Tío Julio era incapaz de no ponerle los cuernos”. La que habla es una inocente Tamara Falcó sentada con Bertín Osborne hace ahora cuatro años. La hoy socialité y consolidada cocinera visitaba el programa que el presentador regentaba en televisión y, claro, acababa haciendo gala de su legendaria espontaneidad. “Tío Julio le puso los cuernos y por eso mami tuvo que abandonar”, pronunciaba pizpireta. La frase se repetía a la mañana siguiente en programas y redes sociales. Tamara daba esa pátina de naturalidad a lo que escandalizaría a muchos. No es que fuese un secreto, ni mucho menos, pero visto con la perspectiva del tiempo, todo cambia. La historia se repite.
"Mi madre lo sabe seguro"
No ha sido Tamara Falcó la única integrante de los Preysler en reconocer la evidencia. Julio Iglesias Jr. se sentaba en la Caja Deluxe, aquel spin off de Sálvame donde rostros conocidos se enfrentaban a su pasado en, literalmente, una caja gigante llena de proyecciones de su vida. “Hubo infidelidad de mi padre y mi madre seguro que lo sabe”, explicaba el hijo de Julio Iglesias e Isabel Preysler. El cantante reconocía un rumor convertido en leyenda para su padre y en condena para su madre. Preysler vivió un infierno al lado del intérprete. Así lo han contado los que estuvieron a su lado en los peores momentos.
Alfredo Fraile, mánager y mano derecha de Iglesias, estuvo allí el día en el que Isabel Preysler decidió que ya era suficiente. Las continuas infidelidades del cantante hicieron que la que era su mujer tocase techo y tomase una determinación radical. “Isabel apareció por sorpresa y le soltó un: 'Julio, tú tuviste que pedirme muchas veces que nos casáramos, pero yo solo te voy a decir una vez que nos separemos'”, ha explicado Fraile en numerosas ocasiones. “En Argentina siempre andábamos rodeados de chicas, y el enfado de Isabel crecía cada día con las historias que circulaban por ahí”, detallaba para XLSemanal.
Preysler se coló en la recogida de equipaje de Barajas para pillar a Julio Iglesias desprevenido y terminar, para siempre, con su matrimonio. “No sé cómo la dejarían entrar, pero allí estaba para pillarlo descolocado y que no la pudiera camelar”, relataba Fraile a la citada publicación. Terminaba así una relación intensa y complicada, marcada, posiblemente, por la enorme desconfianza.
La herencia recibida
Consciente de sus tejemanejes y de su incapacidad para gestionarlos y ocultarlos como realmente pretendía, Iglesias se excusaba en la herencia recibida de su padre, el doctor Iglesias Puga. “Un motivo genético”, aseguraba el cantante para restarle importancia, tal y como apunta Óscar García Blesa en su biografía 'Julio. La biografía'. Nada como señalar a la genética para librarse de la culpa. Sabedora de que este trance no iba a acabar nunca, Preysler cortó por lo sano. ¿El mismo consejo que le debe haber ofrecido a su hija en estas amargas horas?
Los rumores, como antaño perseguían a Julio Iglesias, han rodeado también a Íñigo Onieva. El que iba a ser el futuro marido de Tamara Falcó ha intentado salir al paso de dimes y diretes de forma constante desde que se conociese su romance con la hoy marquesa de Griñón. Tanta exposición pública no removía a Tamara, que defendía a capa y espada a su pareja. Hasta que, claro, ha dejado de hacerlo. Incluso tuvo un último intento pero las excusas de Onieva fueron tan peregrinas que resultaba complicado asumirlo. Incluso para ella que tanto había hecho ya.
Tamara Falcó se refugiaba en casa de su madre y seguramente también en sus brazos. Nadie como ella para comprender su situación, para entender lo que se sufre. Preysler dijo basta con tres hijos en su haber. Claro que ni los tiempos eran los mismos, ni la situación de su hija comparable -Isabel conoció a Julio siendo casi una adolescente-. Tamara también ha dicho basta. No sin antes un 'te lo dije' de su madre. Y es que nadie corre más que una madre. Y sobre todo si esta se apellida Preysler.
¿Y ahora qué?
Explicaba Pilar Eyre durante la promoción de su novela 'Un amor de oriente' que Julio Iglesias durante la primera rueda de prensa que ofreció tras la separación no podía ni articular palabra. “Se quería morir”, afirma la periodista, tal y como recogen las crónicas del momento. No era para menos. El cantante se retiró a Argentina, donde era muy famoso, para curarse las heridas. ¿Qué va a hacer Onieva cuando baje la tormenta? Por el momento, en lugar de rueda de prensa hemos tenido comunicado. “Haberla hecho daño”, escribe el empresario antes de declarar su amor por Tamara. Íñigo quiere volver, no parece que sea la misma intención que Tamara. Veremos qué nos dice el tiempo. Porque si hacemos caso al pasado familiar, las cosas están bastante claras. Y no, el diseñador de coches ya no estaría en la ecuación. Por mucho que evidentemente le pese.