Por AMADEU GARCÍA
A Pep Guardiola le gusta encerrarse en su particular rincón de pensar. Ya lo explicó cuando era entrenador del Barcelona y, desde luego, sigue haciendo lo mismo en el Bayern de Múnich. Hace apenas unos días, el club bávaro publicó por primera vez unas imágenes del despacho en el que suele recluirse el técnico para desgranar por dónde hacerle daño al rival o buscar nuevas soluciones tácticas para su equipo. Muy pocos pueden entrar en su santuario. Uno de ellos, ha sido el periodista Martí Perarnau, autor del libro ‘Herr Pep', donde se pormenorizan los puntos más íntimos del primer año de Guardiola en Alemania.
Sus confidentes: sus hijos
Al entrenador no le importa llevarse deberes a casa. En absoluto. El fútbol es una de sus grandes pasiones. Ésa es una de las explicaciones de sus éxitos. Pero no la única. Además de alrededor del deporte que tantas alegría le ha dado a lo largo de su carrera, como jugador y como técnico, la vida de Guardiola gira también alrededor de un centro al que considera su máximo apoyo: su familia. Tanto es así que, a menudo, no puede evitar combinar ambos aspectos. Lo explica el propio Perarnau en su libro. Cuando al entrenador se le ocurre una idea nueva, una manera innovadora de entender el fútbol, no duda en comentárselo a dos consultores muy particulares: sus hijos mayores, Maria y Màrius.
Ellos dos son, en última instancia, los que le dirán si su idea les parece buena o mala. Llevan muchos años rodeados de fútbol, han aprendido perfectamente las cuestiones tácticas más complicadas, que han llegado a apasionarles tanto como a su propio progenitor, y son muy exigentes con su padre. Y Guardiola lo sabe. Si consigue convencerles a ellos, puede dar por hecho que su plan va a funcionar. Pasar este primer filtro, este primer examen serio de su idea, es quizás el mayor secreto de su éxito. Adora a sus hijos, pero, desde luego, también está muy pendiente de que se formen de la mejor manera posible. Por eso, según se desgrana en el libro, a pesar de unas dudas iniciales, él y su esposa decidieron llevarlos a visitar el campo de concentración de Dachau, cercano a Múnich, escenario de algunas de las más bajas acciones que puede llegar a cometer el ser humano. Pese a que los pequeños tuvieron pesadillas a raíz de lo que vieron, tanto Pep como su mujer, Cristina, consideraron que la experiencia fue muy instructiva.
“Siempre te llevaré en el corazón”
Martí Perarnau tuvo el privilegio de vivir gran parte de ese primer año de Guardiola como entrenador del Bayern desde dentro. Por eso, en la imagen que nos ofrece del entrenador, hay muchas cuestiones tácticas, pormenores deportivos, como cabría esperar en un libro sobre alguien tan ligado al fútbol, pero hay también cuestiones mucho más íntimas, muchas veces relacionadas con el extraordinario vínculo que ha sabido forjar el de Santpedor con sus futbolistas. En la presentación del libro ante los medios, el autor no dudó en destacar como las tremendas estrellas del club bávaro, al cabo de nada de conquistar Liga, Copa y Champions en la misma temporada, ardían en deseos de saltar al campo y ponerse a las órdenes de su nuevo entrenador. Explicaba que gente como los alemanes, a los que tradicionalmente se les considera un tanto fríos y muy poco proclives a mostrar sus emociones en público, no dudaban ni un momento en abrazar a Guardiola e incluso en besarlo para demostrarle su cariño.
Ribéry, que se define a sí mismo como “un tío de la calle”, ha establecido un vínculo muy fuerte con el técnico. “Siempre te llevaré en el corazón”, cuenta el autor que le dijo a Guardiola durante la fiesta de celebración por la conquista de la Bundesliga, el campeonato de liga alemán. En Alemania, según se señala en el libro, el propio entrenador se muestra mucho más distendido de lo que lo hizo en sus últimos tiempos en la liga española. Se habla de la mala relación que tuvo en última instancia con el ex presidente azulgrana Sandro Rosell y se deja entrever que ése pudo ser uno de los motivos que aceleraron el desgaste del técnico en el banquillos barcelonista. Tanto, que su marcha de la entidad empezó a gestarse a finales del año 2011, pocos meses después de hacerse con su segunda Liga de Campeones al frente del Barça y la tercera liga consecutiva.
Los momentos más difíciles
En el Bayern tampoco todo fueron mieles durante ese primer año al frente del equipo. Hubo momentos duros, tanto dentro como fuera del campo, con el encarcelamiento de Uli Hoeness, quien era presidente del Bayern y uno de sus grandes valedores, por evasión de impuestos, por ejemplo. Uno esos momentos duros, además, llegó muy pronto y trajo muy malos recuerdos. Un joven jugador danés, Pierre-Emile Hojbjerg, a quien Guardiola había tomado prácticamente bajo su protección en esos primeros días al recordarle un poco a él mismo cuando era joven, le comunicaba en agosto de 2013 que su padre padecía cáncer de pancreas. Una enfermedad que al técnico le trae recuerdos de lo padecido por Eric Abidal y Tito Vilanova, su gran amigo, cuando todavía falta mucho para se produzca el peor de los desenlaces para el que fuera su segundo de abordo en el Barça.
El libro procura tratar el trágico final de Vilanova casi de pasada. “Intenté ser un poco aséptico con ese tema”, confesaba el propio Perarnau en la presentación ante los medios. Una forma de respetar el dolor que, sin duda, sintió el propio Guardiola. Explica como, tras perder ante el Real Madrid en el Bernabéu, en las semifinales de la Champions, lo que dejó realmente hundido al técnico fue recibir la llamada de un médico que le comunicaba el delicadísimo estado de salud de su amigo. Unos días más tarde, el 25 de abril, Tito fallecía. La cena con sus ayudantes en el Bayern, preparando el partido del sábado, según relata el autor, fue extraña, con Guardiola enseñando fotos en las que estaba al lado del que fue su gran amigo. Estuvo ausente, con la cabeza en otra parte.
Días más tarde, el Madrid eliminaba a su equipo con un contundente 0-4 en Múnich, la derrota más abultada en el historial del Guardiola entrenador. Cómo no, asumió toda la responsabilidad. En esos momentos bajos, una vez más, su familia fue su mayor apoyo, la luz a la que agarrarse. Su hija mayor, Maria, incluso escribió un cariñoso mensaje en la pizarra de la particular “cueva” en la que suele encerrarse su padre para preparar los partidos. Ese rincón que, desde hace muy pocos días, con la publicación de las fotos tomadas por el propio club, ya no es tan secreto.