Claudia Osborne (34 años) acaba de ser mamá por segunda vez, y ahora, su cometido casi a tiempo completo, tal como ella misma ha confesado es dedicarse a sus pequeñas, Micaela y la recién nacida Violeta. Una tarea nada fácil, porque nada en la maternidad lo es, pero que terminará por ser solo una parcela en su vida, pues la joven lleva años dedicada a prepararse para esta y otras muchas situaciones vitales, esforzándose en aquello que de verdad le llena y con lo que ha logrado sentirse plena: el coaching.
La hija de Bertín Osborne se casó con el empresario José Entrecanales en octubre de 2021 y pues que acaban de ampliar la familia parece que fue una decisión acertada y que por ahora les hace felices como familia. Algo que ella valora mucho porque por diferentes circunstancias no vivió una infancia tan feliz como le hubiera gustado. Así lo confesó ella misma en ‘Lo mejor de ti: el arte de conocerse y cuidarse a una misma para ser feliz’, un libro en que recuerda algunos de los momentos más complicados de su vida, entre ellos su niñez.
En él recuerda a una madre que perdió siendo una adolescente, tenía 15 años. Sandra Domecq fue madre y padre para ella y para sus hermanas durante mucho tiempo, pues durante sus primeros años de vida apenas tuvo relación con Bertín, que se divorcio de su madre durante su embarazo y se trasladó a vivir a Miami, “él estaba ausente. De hecho, empecé a tener relación con mi padre a los 7 años. Mi infancia, los puntos más sensibles de la historia de mi vida suceden cuando él no estaba” explicaba en su escrito, en el que además aclara que cree que su madre vivió aquellos años muy triste, “pese a que no me daba lo que necesitaba, era incapaz de enfadarme con ella. Probablemente, ese grado de empatía se desarrolló en el embarazo. Mis padres se separaron cuando mi madre estaba embarazada de mí, así que, de alguna forma, absorbí toda esa tristeza interna”.
El dolor de Claudia Osborne
Eso le llevó a no sentirse bien consigo mismo, a creer que no era suficiente para los demás: “Por todas partes buscaba la figura de una madre y un padre para que saciara las necesidades de mi niña interior. Toda mi sensación de valía dependía de lo que pasaba en el exterior. Por ejemplo, cuando mi padre me llamaba para ver qué tal estaba. Ya que no solía hacerlo muy a menudo, eso quería decir que yo valía la pena. Pero cuando no ocurría, me machacaba por no ser suficiente” explicaba. Eso le llevó a sufrir trastornos de la conducta alimentaria tras el fallecimiento de su madre y no fue hasta la veintena cuando comenzó a sanar sus depresiones.
Pero escribir ese libro fue parte de su sanación, algo que logró gracias a lo que hoy es su profesión, el coaching. Comenzó a conocer ese mundo en 2018 y desde entonces no ha hecho más que avanzar, su currículum reza: “coach Certificada (ACC) por la Internacional Coach Federation (ICF) y Terapeuta IFS Nivel 1”, y en su página web explica así su trabajo: “me gusta explicar lo que hago diciendo que te acompaño a que te conozcas, elevando así tu consciencia, y sanes tu corazón, liberándote de todo lo que no te permite ser totalmente feliz. Además, te enseño a cuidar de ti mismo y darte lo que necesitas para sostener tu paz interna”.
Eso sí, en este momento no es posible hacer reservas. Claudia está cuidando de sí misma y de los suyos, que incluyen a su padre, con el que, a pesar de todo, y habiendo sanado, mantiene una muy buena relación, y sus tres hermanas, pero sobre todo su marido y sus hijas, en cuyo vínculo se está volcando en cuerpo y alma, y de las que está disfrutando plenamente, sus palabras así lo transmiten: “sólo puedo decir que ser testigo de cómo estas dos personitas se conocen ha sido el highlight de esta experiencia. Es verdad eso que dicen de que el amor no se divide, sino que se multiplica. Qué viajazo este de la maternidad”.