Si hay algo que se comenta cada año por estas fechasees cómo será el vestido de Cristina Pedroche (35 años) para Nochevieja. Lleva desde 2015 dando las Campanadas de Antena 3 y ha logrado algo que nadie podía imaginar aquel primer año en que unas transparencias que ahora nos parecerían incluso recatadas fueron de lo más criticadas. El año siguiente, en que llevaba un mono aún más transparente el mensaje fue claro, quiso gritar a través de su look que era libre y que se pondría lo que quisiera, con independencia de lo que opinara el resto. Y ahí comenzó una historia, comenzó el idilio de la presentadora con la Puerta del Sol y sobre todo comenzó la tradición de esperar ya no a saber cual va a ser el outfit elegido, si no el mensaje que lleva detrás.
Uno de ellos fue dedicado a todos los sanitarios que se desvivieron por ayudar en la Covid 19, otro para reivindicar el no a la guerra después de que Rusia atacara a Ucrania… y este año aún es un misterio, pero Alberto Chicote, que será su compañero de ceremonias, ya ha adelantado que “llevará un mensaje súper bonito y súper potente”. Para eso habrá que esperar. Lo que si sabemos ya, con certeza, es que a Cristina Pedroche las cosas le van bien, además de en lo personal, en lo económico, pues si es cierto lo que se ha publicado, parece que solo por la noche de las Campanadas, la madrileña se embolsa 60.000 euros. No está nada mal, bien merece la pena el trabajo previo de elección y confección del vestido.
Pero como este no es, ni mucho menos, el trabajo principal de Pedroche, pues ya todos sabemos que su principal cometido está en televisión. Actualmente es la presentadora de Password, un programa que ya tuvo éxito en 2010 y que ahora se ha rescatado. No es la primera vez que presenta en solitario, ya lo hizo con Pekin Express en varias ediciones y con otros programas de forma puntual, pues lleva teniendo su hueco en la pequeña pantalla, y en Antena3 desde hace 13 años, pues comenzó en 2010 como reportera sustituta de Pilar Rubio en ‘Sé lo que hicisteis…’.
No es fácil mantenerse tanto tiempo en activo en un mundo tan complicado como es la televisión y por ello quizá ha puesto todos sus esfuerzos, lo que no le ha permitido dedicarse a otras al margen. Cristina Pedroche no tiene, como si les ocurre a otros rostros conocidos, un plan B, o al menos por ahora. Si es cierto que ayuda, sobre todo en cuestión de imagen a su marido, David Muñoz con sus restaurantes, e incluso invirtió en la apertura de uno en Londres que finalmente no fue tan bien como esperaban, pero ella no tiene un proyecto propio, está volcada en su trabajo como presentadora y sobre todo en su hija.
Pero también en las redes sociales, Pedroche fue la primera española en llegar al millón de seguidores en Twitter, ya en 2013, cuando aún la profesión de influencer solo era una utopía. De hecho, ni siquiera a día de hoy, a ella se la puede considerar como tal porque lo cierto es que su trabajo principal es la tele, pero con el paso del tiempo también se ha convertido en habitual ver publicidad en su perfil de Instagram. Se centra sobre todo en el cuidado personal, desde el deporte hasta la cosmética, publicita proteínas y complementos alimenticios, cremas y ahora, incluso artículos para bebés, como, por ejemplo, hace solo una semana, una silla del coche y un carrito.
Parece un trabajo menor en comparación con presentar un programa, y quizá lo es, pero seguro que le reporta una buena de suma de dinero al mes, pues cuenta con más de 3 millones de seguidores y sobre todo con algo a lo que las marcas del muchísima importancia, un público heterogéneo, porque gracias a su trabajo le siguen personas en edades muy diferentes y con vidas muy diferentes, es decir, puede hacer que algo llegue a una población mucho mayor, y eso, hablando de publicidad, siempre es éxito.
Pero si algo es éxito de verdad ahora para ella, es su hija, la pequeña Laia, que la tiene totalmente enamorada. Tanto ella como David están, según sus propias declaraciones, disfrutando mucho de esta etapa y de cada nuevo avance con la pequeña, de la que en realidad no cuentan mucho y tampoco muestran, pues han decidido preservar su intimidad. Pero si afirman estar felices, hace casi seis meses que ampliaron la familia, David ha sido nombrado por tercer año consecutivo mejor cocinero del mundo, y Cristina continúa imparable con sus proyectos y ahora, al frente de las Campanadas. Deseando verla.