Lo que llamó la atención del mundo entero cuando Catherine Zeta-Jones se presentó en la gala de la FIFA el pasado lunes no fue su precioso vestido plateado con transparencias de Zuhair Murad, sino su rostro. La actriz, que fue la encargada de dar el premio al mejor gol del año, no solo se presentó al evento con un maquillaje distinto al que nos tiene acostumbrados (y que le favorecía más bien poco, ya que le apaga la cara por completo), sino con algunos evidentes retoques de cirugía facial.
No es la primera vez que Catherine se ha marcado un Renée Zellweger apuntándose al carro de las operaciones de estética. Aunque todavía no llega a parecer otra persona, sí que se nota que tiene la cara mucho más estilizada y sigue sin mostrar arrugas en el cuello o en la frente a sus 48 años, algo que indicaría que se inyecta bótox desde hace ya tiempo. Por otro lado, sus pómulos estaban exageradamente marcados por el colorete, pero no resaltaban por su naturaleza 'mofletuda', sino que resultaban planos al resto del rostro.
Sus labios y sus cejas también son diferentes. Por un lado, la protagonista de 'Chicago' parece tener las cejas tan arriba como siempre, pero hace dos días las vimos un poco más curvadas (también cosa del bótox) y rellenadas con lápiz como conjunto de ese maquillaje poco acertado. Los labios, que tienden a hacerse más finos con la edad, siguen igual de gruesos. Sin embargo sí que están algo más separados de la nariz. Según los expertos, se ensancha la curva del 'arco de Cupido' (la forma del labio superior) para eliminar esas arrugas.
Un conjunto de cambios muy sutiles y favorecedores (según quién lo juzgue) que han resultado, eso sí, bastante evidentes. No sabemos si la intención de Jones era llamar la atención o sentirse mejor consigo misma, lo que sí está claro es que ha conseguido ambas cosas.