La verdad sobre el paso de la princesa Leonor por la Academia Militar en Zaragoza: amigos, privilegios y un guiño al futuro

La primogénita de los reyes Felipe y Letizia, que entró como cadete y saldrá como alférez, ingresará ahora en la Escuela Naval de Marín

Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

La princesa Leonor
Gtres

El pasado 17 de agosto, la princesa Leonor ingresaba en la Academia General Militar de Zaragoza para iniciar su periodo de formación militar. Y es que, cuando en un futuro la primogénita de los reyes Felipe y Letizia suceda a su padre en el trono, si es que tal cosa llega a suceder, lo hará ostentando el mando supremo de las Fuerzas Armadas, tal y como establece la Constitución. Después de pasar tres años en las academias militares, Leonor cursará algún grado universitario, y probablemente culminará su formación académica con un curso de posgrado. Así lo hizo al menos su progenitor, quien tras recorrer las academias de Tierra, Mar y Aire se licenció en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y, acto seguido, se sacó un máster de Relaciones Internacionales en la Universidad de Georgetown (Washington).

Leonor aterrizó en la AMG con un poco de ilusión y un mucho de nervios. Desde el comienzo, los responsables del edificio de Dirección de la General limitaron a una hora de duración el uso diario que los estudiantes podían hacer del teléfono móvil y les prohibieron hablar con periodistas. También se vetaron las fotografías en el interior del recinto, aunque la Casa del Rey se encargó de distribuir a la prensa un puñado de imágenes donde se podía ver a la princesa marchando junto a otros compañeros con su equipo de combate, simulando en una piscina el paso de un curso de agua o arrastrándose bajo unas alambradas mientras atravesaba una pista de combate en el campo de maniobras de San Gregorio. 

Durante el curso académico, Leonor se alojó en una camareta, compartida con otras tres cadetes, donde contó con un pupitre y un armario como únicos espacios privados. "En el internado de Gales tenía un cuarto para ella sola, donde poderse refugiar si algo iba mal, pero en Zaragoza ha tenido que compartir espacio", apuntó a 'El Español' una fuente cercana a la AGM. "Todos tenemos una idea preconcebida de lo que es la vida en el cuartel, pero hasta que llegas y lo vives no tienes ni idea. Los madrugones, las normas rígidas sin que se puedan discutir, las guardias, el rancho... No es para todo el mundo. No todos lo soportan. Ella no tenía la posibilidad de rendirse. Lo ha tenido claro en cada momento. Esa idea le ha ayudado a conseguirlo".

Ciertos privilegios

Según otra persona cercana al centro docente, Leonor "es brillante en instrucción y adiestramientos", pero también cabe decir que, a diferencia de sus compañeras, ella ha podido librarse de algunos de los ejercicios más duros. "Dispone de un entrenamiento personal y diferente, ya que ella no se entrena para entrar en combate. Pero sí tiene un entrenamiento de inteligencia militar, por ejemplo, muy riguroso”, comentó la mencionada fuente al portal 'Monarquía Confidencial'. Aunque, con trato preferencial o sin él, nadie puede negar que los últimos diez meses han sido intensos para la dama cadete, que tuvo que compaginar su primer curso de formación militar con sus obligaciones como heredera

El día 12 de octubre, por ejemplo, acudió al desfile de la Fiesta Nacional, ataviada con el uniforme de gala de dama cadete del Ejército de Tierra, y en el mes de enero asistió por primera vez a la tradicional ceremonia de la Pascua Militar, donde el jefe del Estado y Mando Supremo de las Fuerzas Armadas felicita a los militares. Por otro lado, aunque se vio obligada a vivir en régimen de interna en San Gregorio, Leonor tuvo oportunidad de pasar los fines de semana en Zarzuela, junto a sus padres ―su hermana estudia ahora en el UWC Atlantic College de Gales (Reino Unido)―. Pero cuentan que, como congenió bastante bien con sus compañeras, optó por dedicar la mayor parte de sus días libres a compartir actividades de ocio con ellas.

"Lo que he vivido aquí supera con creces lo que pensaba hace diez meses, en Zaragoza, en Aragón, me he sentido en casa, acogida y acompañada en una tierra que siempre formará parte de mi vida", confesó el pasado mes de mayo, cuando le hicieron entrega de la Medalla de las Cortes de Aragón, la Medalla de Oro de Aragón ―las dos máximas distinciones autonómicas― y el título de hija adoptiva de Zaragoza. Será en julio cuando Leonor reciba el despacho de alférez del Ejército de Tierra, disfrute de unas breves vacaciones y se mentalice de cara al siguiente año, que transcurrirá en la Escuela Naval Militar de Marín, en Galicia.

La leonormanía

El inicio de su formación castrense ha copado los titulares de la crónica social. Casi siempre en artículos repletos de comentarios elogiosos. En realidad, los periodistas españoles se han encargado de alabar las bondades de la princesa desde que a los 14 años hiciera su primer discurso oficial en la entrega de los premios Princesa de Asturias. Aquel día habló de la tierra de su madre, del ejemplo de sus padres, de su título como heredera y del compromiso que implicaba. Y aunque ella ni siquiera había escrito el discurso, se destacó en los medios su debut "brillante" y su discurso "histórico".

Más tarde, cuando al alcanzar la mayoría de edad juró la Constitución en el Congreso de los Diputados, varios articulistas hablaron del fenómeno de la leonormanía, aunque Leonor no deje de ser una chica de dieciocho años de quien apenas sabemos nada todavía. Por eso mismo, algunos opinan que, en realidad, esa supuesta leonormanía no es más que una campaña de comunicación destinada a aumentar la popularidad de la heredera del trono. A fin de cuentas, de ella depende el incierto porvenir de una institución que al menos hasta 2014, último año en que el CIS preguntó por ella en sus encuestas, estaba en el momento más bajo de apoyo popular.

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