Anadie se nos olvida la imagen, aún reciente, de la reina Sofía (85 años) rompiendo a llorar durante un acto en la Universidad Camilo José Cela. Había sido apartada de la ceremonia institucional en la que su nieta, la princesa Leonor, iba a jurar la Constitución coincidiendo con su mayoría de edad. En un día tan importante para la Corona, ya que la princesa representa la continuidad dinástica y la monarquía, la reina emérita no iba a poder estar presente para que no se produjera ningún agravio comparativo.
El rey emérito Juan Carlos, el mayor responsable de su tristeza
Y la culpa volvía a ser, una vez más, del que aún es su marido, el rey emérito Juan Carlos (85 años), de quien su hijo, Felipe VI (55 años), no quiere saber nada, al menos de cara a la galería, por su comportamiento nada ejemplar tanto en las finanzas como en su atribulada vida personal. Así, ni los abuelos paternos ni los maternos estuvieron invitados a la jura de la Constitución, para enorme disgusto de Sofía, reina emérita y también abuela.
Y eso que la reina emérita es capaz de tragar saliva y compartir espacio y tiempo con el rey Juan Carlos, aunque luego no se dirijan la palabra. Así sucedió recientemente el pasado 31 de octubre. Los abuelos de Leonor no estuvieron invitados a la jura de la Constitución, pero sí lo estuvieron en la celebración privada que tuvo lugar en el palacio de El Pardo. Juan Carlos y Sofía, junto a la princesa Irene, llegaron juntos en coche a la fiesta. Después, el rey tenía previsto volar a Londres y de ahí a Abu Dabi.
En junio de este año también tuvieron que aparecer juntos en la boda del hijo de los reyes de Jordania, Abdalá y Rania, celebrada en Ammán. Se trata de compromisos que no pueden eludir, pero su actitud es absolutamente fría y distante.
La reina Sofía, "una profesional"
Durante muchos años, la reina Sofía ha sido el miembro de la familia real más querido y respetado por los españoles, título honorífico que, sin duda, le ha sido arrebatado por sus nietas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. A lo largo de todo este tiempo, la reina emérita ha sabido estar siempre en su sitio, impecable, discreta, y sin protagonizar ningún escándalo. "Una profesional", tal y como la calificó el propio Juan Carlos en la biografía que de él escribió José Luis de Vilallonga.
Muchas han sido las humillaciones y los desplantes que ha sufrido Sofía por parte de su marido, a los que ella ha tratado de sobreponerse, digamos, "con profesionalidad", aunque su corazón y su dignidad estuvieran rotos por dentro. Tal y como ha relatado Pilar Eyre en su blog de Lecturas, desde febrero de 1976 Sofía y Juan Carlos empezaron a dormir en camas separadas. "Tres semanas antes, Sofía había sorprendido a su marido con otra mujer. Una duquesa consorte". Y desde entonces ya nunca más volvieron a dormir juntos.
Sigue luciendo su sortija de compromiso
Nunca quiso divorciarse, primero, por consejo de su madre, la reina Federica de Grecia, que le dijo: "No lo abandones nunca. ¿Quieres ser como yo, una reina sin reino que tiene que vivir de la caridad?", según explica Pilar Eyre. Y por otro lado, Sofía tiene un sentido muy profundo de lo que es la familia y no quería romper la suya por la que tanto había luchado. Curiosamente, Sofía nunca ha dejado de lucir la sortija que Juan Carlos le regaló por su compromiso.
El robo en casa de Bárbara Rey
La extensa vida amorosa de Juan Carlos ha resultado ser muy dolorosa para Sofía. El rey, con licencia para todo en un país en el que la prensa lo respetaba hasta límites insospechados, podía tener hasta cuatro amantes a la vez, ya fuera en Madrid, en Barcelona, en Mallorca...
Tremendo fue el escándalo del robo de material sensible en casa de Bárbara Rey "que afectaba a una alta personalidad del Estado". Los rumores del romance de Juan Carlos y Bárbara Rey, del que hoy se puede hablar abiertamente, en aquella época era un secreto a voces, eso sí, impublicable. El que fuera jefe de la casa real, Sabino Fernández Campo, decidió informar a Sofía de los rumores, lo que, de nuevo, la sumió en una enorme tristeza.
Explica Pilar Eyre que, tras enterarse de que su marido "no solo tenía una relación seria, casi conyugal, con una señora de la buena sociedad, sino que mantenía todo tipo de amoríos esporádicos, unos duraban cinco años, otros una sola noche. La relación con Bárbara Rey se había extendido durante décadas en dos periodos de tiempo distintos".
Después llegarían otras relaciones, como la de la mallorquina Marta Gayá o la alemana Corinna Larsen, sin duda, las más sonadas en la nómina de amantes de Juan Carlos. La relación con Corinna fue especialmente dolorosa para Sofía. Dice Pilar Eyre: "Según se dice, maniobró para que el hijo de Corinna no fuera admitido en un buen colegio en Inglaterra y que las familias aristócratas inglesas le hicieran el vacío". También intentó boicotear a Marta Gayá para que la sociedad mallorquina la marginase, pero ahí medió Juan Carlos y no lo consintió.
El rifirrafe en la catedral de Palma
En la tradicional misa de Pascua de 2018, en Palma de Mallorca, la reina Sofía vivió uno de los momentos más desagradables que evidenció el enorme distanciamiento con su nuera, la ya reina Letizia. Así lo relató Pilar Eyre: "Al acabar la misa agarra a sus nietas con contundencia prusiana y le pide al fotógrafo de Casa Real que tome una imagen de las tres. Letizia, que sabe que sus excompañeros están esperando pacientemente en la puerta, trata de impedir esa fotografía, primero poniéndose en medio y después apartando a las niñas. Sofía, en lugar de ceder, sigue cogiéndolas y entonces aparece Juan Carlos, que tantas veces ha humillado a su mujer, gritándole a su nuera, y Felipe tiene que imponer paz".
A la salida del templo, finalmente, se hacen las fotos y Sofía, una vez más, sonríe a la cámara como si nada hubiera pasado, pero la imagen de Letizia interponiéndose entre la cámara y Sofía y las niñas, y el manotazo que Leonor le dio a la abuela para que dejara de agarrarla supuso otra de las crisis institucionales más sonadas de la monarquía.
Cuando Juan Carlos se fue a Abu Dabi no se despidieron
Sofía se casó con Juan Carlos en 1962, pero su matrimonio no ha sido un cuento de hadas. Después de tener tres hijos y tras el nacimiento de Felipe, el heredero, dejaron de hacer vida marital, en parte porque, como ya ha quedado dicho, Sofía ya no estaba dispuesta a compartir lecho con un marido con tan dilatada vida amorosa.
Cuenta Pilar Eyre: "Me dicen que hace años que no se hablan. Cuando Juan Carlos decidió irse a Abu Dabi ni siquiera se despidieron, y también me cuentan que la Reina no desea que su marido regrese a España porque sabe que es lo mejor para su hijo, su mayor afecto".