Nunca se evidencia más la soledad que en un hospital. La reina Sofía ingresaba por una infección en el aparato urinario. Nada que revistiese mucha complejidad pero que mantuvo a la emérita varios días en un centro hospitalario de Madrid. A su lado… ¿nadie? Su hijo Felipe acudía en un par de ocasiones, una solo y otra con la reina Letizia, para acompañar a su madre durante unos minutos. Lo mismo hacía la infanta Elena. Su hija Cristina, fuera de España, no acudía para estar con su madre. E Irene de Grecia, delicada de salud, tan solo realizaba una protocolaria visita a su hermana.
Llama la atención que la reina emérita, pese a contar con un círculo íntimo de asesores y ayudantes, no haya contado con la presencia constante de sus hijos en un momento así. Sofía ha cumplido ya 85 años y pese a contar con un buen estado físico, no deja de ser ya una persona mayor. ¿Quién está al lado de la reina? ¿Quiénes son sus personas de confianza, aquellas que no se separan de su lado? Desde luego, no es un círculo amplio ni numeroso. Pero sí contante y fiel.
La soledad de la reina Sofía
Una de las máximas que siempre han guiado la vida de la reina Sofía es que una reina no tiene amigos. Por encima de la vida privada, por encima de las obligaciones, está la institución. Reinar es una tarea que se hace en solitario. Lo expresaba la propia mujer del rey Juan Carlos en el libro que publicó Pilar Urbano y lo han recogido autores como Pilar Eyre en su “La soledad de la reina”. Sofía de Grecia fue educada para reinar y a eso ha dedicado su vida. De ahí que las personas públicas que han estado a su lado han sido pocas y contadas.
Si uno piensa en la reina emérita, inmediatamente acaba incluyendo a Irene de Grecia. La hermana de la reina Sofía lleva décadas a su lado. Tras varios intentos sentimentales que no llegaron a buen puerto, la hija de Constantino de Grecia optaba por instalarse con su hermana Sofía a finales de la década de los ochenta. Juntas pasaron el luto por el fallecimiento de su padre y se hicieron más inseparables que nunca. Han sido más que hermanas. Su presencia ha sido habitual en cada uno de los actos de la Familia real. Tanto que hasta la reina Letizia se encuentra preocupada por el estado de la hermana de su suegra.
Sofía depositaba toda la confianza en su hermana. Ella ha sido su mayor apoyo y también su paño de lágrimas. Aunque la férrea educación que les dio la reina Federica hizo que los sentimientos no fuesen especialmente el fuerte de ninguno de sus hijos. Ahora, cuando ambas pasan de los 80, Sofía se encuentra volcada en su hermana. Irene sufre el mal de olvido y su salud preocupa a todos. La hermana mayor cuidando de la pequeña, aunque la diferencia sea escasa.
Ana María de Dinamarca, mucho más que una cuñada
Los últimos meses de Ana María, la viuda de Constantino de Grecia, no han sido fáciles. La enfermedad del que fue el rey de los griegos y su posterior fallecimiento dejaron a su mujer y sus hijos devastados. También a sus hermanas. La reina Sofía se convertía en el gran apoyo de su cuñada. Muy unidas desde que Ana María y Constantino formalizasen su relación, el vínculo entre las reinas, con y sin trono, se afianzaba. Tanto que Sofía se trasladaba a Grecia en cuanto conocía la triste noticia.
Las imágenes del funeral de Constantino dejaba en evidencia el buen entendimiento de Sofía y Ana María. La reina emérita ha estado muy volcada en su cuñada tras la muerte de su hermano. Tanto para Sofía como para su cuñada, la familia ha sido un pilar fundamental. “Para mí, lo más importante es la familia, y así fue tanto en mi infancia como en la de mi esposo, somos dos personas que fueron criadas en los valores familiares, y es posible que este sea el secreto”, explicaba Ana María en una entrevista. El fin del reinado de Constantino hizo que ambos pudiesen dedicarse a sus hijos. También a sus respectivos hermanos y sobrinos.
Las visitas de la reina Sofía y de Irene de Grecia a la residencia de Ana María y Constantino eran frecuentes. También se sabe que la infanta Cristina, íntima de Alexia de Grecia -hija de Constantino y Ana María- pasaba temporadas vacacionales junto a su familia materna. Una unión que ha permanecido inquebrantable durante las décadas. La vuelta de la Familia Real a Grecia fue, sin duda, la mayor alegría para la reina Sofía. Visitar a su hermano en el palacio que adquirieron en Porto Jeli era una de sus grandes satisfacciones.
Laura Hurtado de Mendoza, consejera, escudera y amiga fiel
La llegada de la entonces princesa Sofía a España no fue sencilla. No solo por enfrentarse a una sociedad que desconocía, sino también por el poco cariño con el que se veía su intromisión en los planes de aquellos más cercanos a Franco. La princesa griega sería reina y muchos no lo veían con buenos ojos. Sola y sin demasiados apoyos, fue entonces cuando encontró a la que sería su mano derecha durante años. Se trataba de Laura Hurtado de Mendoza, secretaria personal de la entonces princesa que permaneció siempre a su lado.
Fue la encargada de acompañarla en los primeros años, de centrarse en la educación de las infantas Elena y Cristina y del príncipe Felipe y hasta de ordenar el acomodo de la entonces princesa Letizia cuando entró a formar parte de la Familia Real. Fue la mano derecha de la reina Sofía y una de las personas de su confianza. Posiblemente, tan solo Irene de Grecia ha estado más tiempo y más cerca de la hoy reina emérita. La discreción durante los años en los que trabajó con la reina fue su gran baza. En contadísimas ocasiones se dirigió a los medios. Y eso que conocía mejor que nadie lo que se cocía en Palacio.
Muy parecidas en cuanto a sentimientos y creencias y casi de la misma edad, Hurtado de Mendoza consiguió ganarse la confianza y posteriormente la amistad de la reina. Fue consejera y asesora, amiga y confidente. La persona que necesitaba a su lado en un entorno que en numerosas veces no le era demasiado cómodo y receptivo.
Tatiana Radziwill, la íntima prima en la sombra de la reina Sofía
No solo Irene de Grecia es un miembro clave en la familia de la reina Sofía. A su lado, desde su infancia, se encuentra Tatiana Radziwill. Hija de la princesa Eugenia de Grecia y, por tanto, bisnieta de Jorge II de Grecia, igual que la reina Sofía, se criaron juntas. “Tuve suerte de compartir con ella la vida familiar en Grecia durante las vacaciones a través de toda mi juventud, lo que fue una fuente inolvidable de felicidad para mí”, confesaba Tatiana en las pocas entrevista que ha concedido a lo largo de los años.
Sofía, Irene y Tatiana vivieron juntas desde su infancia. Era la 'tercera hermana', como siempre la han considerado. De hecho, ha permanecido al lado de la reina Sofía en los momentos clave de su vida, desde su boda hasta los instantes en los que la soledad ha terminado pasándole factura. Tatiana y su marido, Jean Henri Fruchard, son compañeros inseparables de la reina emérita. Es habitual verles juntos tanto en vacaciones como en alguna escapada fuera de España. “Bueno, Tatiana y yo hemos sido siempre muy amigas. Íntimas. Antes de casarnos, después de casarnos...”, confesó la reina emérita en el libro de Pilar Urbano.
La relación que mantienen es tan cercana que este pasado verano pudimos verles en una de las salidas improvisadas de la Familia Real en Mallorca. Los reyes Felipe y Letizia, junto a sus hijas Leonor y Sofía, cenaron con la reina Sofía, la princesa Irene y sí, Tatiana Radziwill y su marido. Fue el posado donde llamó la atención el cariño con el que la reina Letizia trataba a Irene de Grecia. Tatiana y su marido también posaron para la prensa pues son, de facto, la familia que arropa a la reina Sofía.