Llevan años sin compartir todos juntos el mismo espacio. Por un lado, la familia real y, por otra, la familia del rey. Que parece lo mismo pero no lo es. Los bandos están claros; y la escisión aún más. La partida de Juan Carlos I a Abu Dabi, debido a sus continuos escándalos, supuso el fin de las relaciones familiares tal y como las conocíamos; aunque estas hiciera años que se tambaleaban. El 31 de octubre de 2023; cuando la princesa Leonor alcanza la mayoría de edad y deberá jurar la Constitución española, les veremos a todos, los de un bando y los de otro, reunidos como hacía años. Haciendo una puesta en escena que, lejos de apoyar a Leonor, pretende arropar al abuelo Borbón.
Si el 31 de octubre vemos a la infanta Elena y a la infanta Cristina; acompañados por sus hijos en uno de los días más importantes de la princesa de Asturias, tengamos claro que no lo están haciendo por ella. Lo están haciendo por Juan Carlos. Una teoría que Pilar Eyre defiende desde su columna en Lecturas. “Van a ir porque los ha invitado el rey de España, pero, sobre todo, porque ‘el otro’ rey de España va a estar ahí y ellos tienen que acompañarlo, arroparlo o protegerlo”.
Felipe VI y Letizia desean que sus familiares estén presentes en este día tan señalado en la vida y en la carrera de su hija de mayor edad. Y pese a que en un principio se dudó si el abuelo paterno de la joven estaría; finalmente sí lo hará. Estos meses le hemos visto viajar en numerosas ocasiones a Europa, visitando Suiza o España, más concretamente Sanxenxo, donde ha participado en las regatas y se le ha visto acompañado primero por su hija Elena y después por su hermana y sus sobrinos. Cómo no iba a estar en esta fecha señaladísima para él. Quiero decir, para ella. Porque regresar en la jura de la Constitución y que sea tenido en cuenta para el acto es importante para un ego herido como el del monarca que vive anhelando un regreso a España. Vuelve a la primera fila, después de haber sido relegado al ‘ostracismo’; o así lo vive él.
Por lo tanto, no solo es el día grande de Leonor; también lo es para su abuelo. Y tal y como lo siente él, lo sienten sus hijas y nietos, que no quieren desaprovechar la oportunidad de envolverlo de protección. “¿De protegerlo de qué o de quién?”, se pregunta Pilar Eyre; y eso aún no está muy claro. Pero dado que ellos vivieron la marcha de Juan Carlos como un feo de la corona al rey que le dio tanto, en esta ocasión DEBÍAN estar a su lado.
“Si Juan Carlos no hubiera sido invitado, si no hubiera confirmado su asistencia, seguramente más de la mitad del elenco se hubiera caído de la función. Cristina y Elena hubieran causado baja, tampoco hubieran ido por tanto los sobrinos y habría resultado muy poco estético que esta celebración semiprivada hubiera estado copada por la familia de Letizia, los Ortiz Rocasolano”, escribe Eyre en su blog.
Habría sido una malísima imagen. ¿Qué pasa con los Borbón? ¿Por qué no arropan a la importante ese día? ¿Dónde están? Y ahí, aguantando las miradas: Sofía. Impertérrita. Sin cambiar la expresión. Disimulando y haciendo ver que en su familia no pasa nada que en las otras familias no ocurra. Salvo que la suya representa a toda una nación; y eso siempre añade presión.
La jura de Leonor, especialmente la reunión familiar posterior, será un momento tenso, de personas “que no se soportan”, como apunta la periodista y escritora catalana. Haciendo ver que entre ellos todo es normal cuando la realidad es que, a quien celebran, no es a la savia nueva de la monarquía; si no a la vetusta.