Alivio es la palabra que mejor define el primer encuentro de Carlos III con el pueblo inglés. Hasta que el nuevo rey de todos los británicos no se encontró cara a cara con ellos, no respiró tranquilo. Y es que, tal y como le confesó a Liz Truss, primera ministra del Reino Unido, no sabía qué esperar de esta primera toma de contacto.
¿Qué tal sería tratado? ¿Le abuchearían? ¿Le darían mensajes de cariño y apoyo? Carlos III sabía perfectamente que su relación con el pueblo no ha sido la mejor. Los británicos ADORABAN (y continúan amando fervientemente) a Diana y, durante años, tanto él como la ahora reina consorte, Camilla Parker-Bowles, eran considerados los malos de la película. Con el tiempo, las fobias hacia ellos se suavizaron y ayer, en el baño de multitudes que se dieron nada más llegar a Londres y antes de dar su primer mensaje como rey, comprobaron que gozaban de la aprobación de todos los ingleses.
“Tenía miedo por la reacción de la gente”, le confesó, de lo más tímido, Carlos III a Liz Truss. La encuentro de ayer le sirvió como termómetro para saber cómo había caído, en el pueblo, su nombramiento. Y es que muchos pensaban que la corona iría a parar a su hijo Guillermo, que además de ser más joven, goza de mayor simpatía. Pero verse rodeado ayer de todos los ingleses, que le saludaban, que le daban la mano y entregaban ramos de flores, le hizo sentirse arropado. Había pasado, con nota, la primera prueba. Quizás la más violenta: enfrentarse a la opinión popular. El rey definió como “conmovedor” este primer cara a cara con el pueblo británico, del que dijo que había sido “muy amable” tanto con él como con Camilla.