Su nombre es María Dolores Ocaña Madrid y, desde el pasado mes de abril, se encuentra al frente de la Secretaría de la reina Letizia. Por primera vez, una mujer ha sido elegida para llevar a cabo una labor que, hasta la pasada primavera, y desde el año 2014, fecha en que la asturiana y su marido heredaron la Corona, realizaba el general José Zuleta. Para aquellos que no estén al tanto, Ocaña es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. En 2003 ingresó en el Cuerpo de Abogados del Estado y, desde 2020, venía ejerciendo como jefa de la Abogacía del Estado en el Ministerio de Educación y Formación Profesional, con la ministra Pilar Alegría.
El nombramiento de la madrileña correspondía a Felipe VI, quien a comienzos de este mismo año también se valió del artículo 65.2 de la Constitución, cuyo texto recoge que el monarca “nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de su Casa”, para sustituir al jefe de la Casa del Rey y su más directo colaborador, Jaime Alfonsín, por Camilo Villarino, un discreto diplomático de 59 años que había estado trabajando como jefe de Gabinete de Josep Borrell y, según algunas fuentes, es cercano al PSOE, lo que ha molestado a cierto sector de la derecha española.
Varios medios comentaron que el fichaje de Villarino, del que algunos destacan su probada fidelidad y su gran capacidad de resolución, vino como anillo al dedo a la Casa Real, entonces en plena tormenta por el escándalo de la supuesta relación entre Letizia y su excuñado —que ahora ya no piensa escribir un libro sobre su historia, pero sí quiere contarlo todo a través de una película y un documental—. Algo menos conocidas son las habilidades de Ocaña, quien desde hace unos meses tiene como misión "el estudio, preparación y ejecución de los asuntos relacionados con las actividades" de la reina consorte, a la que está acompañando en sus distintos eventos oficiales.
Además, Letizia le encomendó el reto de coordinar la agenda de la infanta Sofía, que acaba de comenzar su segundo curso de bachillerato en el UWC Atlantic College de Gales (Reino Unido). "Como las dos hijas de la pareja real no cuentan actualmente con un equipo dedicado a ellas, las agendas de la princesa Leonor y la infanta Sofía son gestionadas por los equipos de sus padres", recordaba hace poco la revista francesa Point de Vue. "A partir de ahora, el despacho de Felipe VI se ocupará exclusivamente de la Princesa de Asturias, mientras que el de la Reina se concentrará en su hermana pequeña. A sus casi 18 años, Sofía de Borbón y Ortiz se prepara para hacer su primera aparición oficial en solitario, el primer paso hacia una verdadera agenda institucional".
El gran trabajo de su antecesor en el cargo
No cabe duda de que, en esta nueva etapa de su vida pública, la experiencia y la amabilidad de María Dolores Ocaña le serán de gran ayuda a la infanta. Como tampoco es cuestionable que Zuleta ha dejado el listón muy alto. Fue él quien por ejemplo ayudó a pulir la actitud vehemente y poco diplomática que Letizia exhibía al principio, y que valió para que algunos opinaran públicamente que una mujer tan impulsiva no podía ser la esposa de un rey.
"Zuleta pronto congenió con Letizia, algo que no le ha resultado fácil a otros empleados de palacio. Afable y propenso a la sonrisa, siempre ha ejercido de amortiguador en momentos complicados", escribió Mabel Galaz en su libro 'Letizia real', donde también apunta que la asturiana solía atender sus recomendaciones y que el de Melilla era el único de sus colaboradores que se atrevía a decirle la verdad.
Desconocemos si Letizia llegará a desarrollar un vínculo profesional tan fuerte con su nueva mano derecha. Lo que sí sabemos es que Ocaña y ella guardan ciertos paralelismos. Para empezar, la abogada del Estado también cuenta 51 años, está casada —con el economista Álvaro Sanmartín Antelo— y es madre de varios hijos con edades similares a las de la princesa Leonor y su hermana.
Por otro lado, se comenta que Ocaña también tiene su temperamento, una manera de ser que la ayudó mucho en los años que pasó trabajando en las altas esferas de la administración pública, donde los conflictos están a la orden del día, y que podría resultarle bastante útil en estos tiempos inciertos que vive una monarquía dependiente de la popularidad.