Ha hecho todo para que nadie le llamase ‘campechano’. El rey Felipe quiso separarse de la imagen de su padre desde el primer momento. Las bromas y el desenfado que caracterizó el reinado de Juan Carlos I hizo que no hubiese nadie que no se refiriese a él con este apelativo que ya ha quedado para la historia. Felipe tenía claro que no quería seguir esos pasos. Consideraba que muchos de los males que ahora le rodeaban estaban fomentados por esa cercanía excesiva en sus apariciones.
El hoy rey se mantenía firme y profesional, algo que acababa confundiéndose con frialdad y distancia. Tocaba ser rígido y dejar claro que la ejemplaridad estaba por encima de todo. Tenía miedo, vamos, a que alguien le llamase ‘campechano’. Los primeros años de reinado de Felipe VI así fueron. Los reyes se mantenían en su sitio, cortaban con los Borbones y aislaban a sus hijas de cualquier imagen que les pudiese pasar factura en el futuro. Hasta ahora.
La llegada de Felipe a París para acompañar a la delegación española en los Juegos Olímpicos ha vuelto a despertar un fantasma que parecía dormido. Desde el décimo aniversario de su proclamación, todo ha cambiado. Nuevos aires en Zarzuela, nueva imagen y una cercanía nunca vista. Los reyes y sus hijas ya no se esconden. De hecho, están más presentes que nunca. Tanto que, claro, a veces resulta difícil parar.
El rey Felipe rompe su propio protocolo en París
Con la camiseta de la delegación española, como ya hicieron la reina Letizia y sus hijas Sofía y Leonor, y con gafas de sol. El rey Felipe aterrizaba en París para coger el testigo de su mujer. Por delante, varias jornadas en las que va a acompañar a los deportista españoles. Y como buen deportista y amante del deporte, lo primero ha sido confraternizar. Felipe no parece el mismo. El rey ha dejado de lado sus corsés y sus estrecheces para lanzarse a la naturalidad.
En las primeras horas en París le hemos podido ver posando con los representantes españoles, departiendo amablemente con la delegación y hasta comiendo con su propia bandeja. El rey no duda en dejar los lujos para otro momento y aparece con el mismo menú que los deportista. Algo que no vimos durante las jornadas en las que fueron sus hijas o la reina Letizia quienes estuvieron en París. Pese a la entrega que demostraron, el primero que ha querido comer con todos ha sido el rey.
Si Letizia sorprendía al llevar gafas de sol en uno de los actos, algo a lo que tampoco estamos acostumbrados, el rey ha seguido su mismo camino. Claro que en su caso, tras su afición al esquí y a la vela, tampoco nos parece tan extraño. El rey, como ya ocurrió con su padre, es un gran amante del deporte y así lo deja patente en cualquier ocasión. Nada mejor que unos Juegos Olímpicos para disfrutar en agosto.
El rey Felipe coge el testigo de la reina Letizia
La Familia Real se ha involucrado con los Juegos Olímpicos de París como nunca antes. Los reyes acudían a la inauguración pasada por agua y confirmaban que iban a hacer turnos para acompañar a los deportistas españoles. Las primeras eran la princesa Leonor y la infanta Sofía. Las hijas de los reyes no se perdían un encuentro y conquistaban a la prensa internacional con su saber estar y su preparación.
Luego llegaba el turno de la reina Letizia. Mientras sus hijas volvían a Palma de Mallorca, la reina se instalaba en París durante cuatro jornada. Sus inicios en la capital francesa fueron un poco ajetreados, pues la reina llegó tarde a una de las medallas, pero rápidamente solventó el entuerto. Ahora le ha tocado el turno al rey hasta que sea la reina Sofía quien clausure la estancia de la Familia Real en Francia.
Está previsto que la reina emérita sea la última en trasladarse a París y lo haga justo para el cierre de los Juegos Olímpicos. Los reyes y sus hijas, al parecer, será entonces cuando emprendan unos días de vacaciones privadas. Aunque hay que tener en cuenta que la agenda del monarca no para y el margen para una escapada va a ser considerablemente breve.