Han sido pocas las ocasiones en las que se ha podido ver a don Felipe y doña Letizia encontrándose en actos oficiales con la familia Grimaldi. A pesar de que recientemente el mandatario español ha recibido a Alberto II de Mónaco en Madrid con motivo de la entrega de unos premios que llevaban su nombre, la reina Letizia no estuvo presente en dicha cita y no se realizó un almuerzo privado en palacio como suele ser habitual cuando otros jefes de Estado visitan nuestro país.
En los últimos años, la relación entre los Borbón y los Grimaldi se ha enfriado encarecidamente, una situación que no es comprensible teniendo en cuenta que la reina Victoria Eugenia, bisabuela de Felipe VI, siempre mantuvo un vínculo muy amistoso con Grace Kelly.
El motivo de esta fría situación podría deberse a la ausencia de representación española en el enlace del príncipe Alberto con la princesa Charlene de Mónaco, celebrado en el principado en julio de 2011. Al casamiento real asistieron miembros de la mayoría de las realezas europeas, como Máxima de Holanda y Guillermo Alejandro; Federico y Mary de Dinamarca acompañados de Joaquín y Marie; los reyes de Suecia acompañados por Victoria, Daniel, Magdalena y Carlos Felipe; Alberto y Paola de Bélgica con sus tres hijos y sus respectivas parejas; los grandes duques de Luxemburgo; los condes de Wessex; los príncipes Michael de Kent; y los herederos de Liechtenstein.
Pero esta escasa relación tiene un recorrido más largo. Precisamente de un encuentro que las dos Casas Reales tuvieron en el Comité Olímpico Internacional que se celebró en julio de 2005, con motivo de las candidaturas para los Juegos Olímpicos de 2012. En el turno de preguntas sobre Madrid como ciudad que optaba a ser elegida, Alberto II de Mónaco cuestionó la seguridad de la capital española, una polémica por la que fue muy criticado posteriormente.