"50 años es una bonita cifra para intentar hacer las cosas bien en el lugar al que cada una nos corresponda". Hace justo un año que la reina Letizia pronunciaba esta frase frente una audiencia entusiasmada durante uno de los actos conmemorativos del 50 aniversario de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid en el que fue nombrada alumna de honor. Ahora es ella la que alcanza los 50 y aquella frase toma una mayor relevancia. Casi podría considerarse el mantra que marcará su nueva etapa vitalcomo reina al servicio de la institución que personifica, pero también como mujer, como madre y en el resto de facetas, públicas y privadas, que también representa.
La reina Letizia vive un momento de plenitud, es innegable. Deja atrás una etapa marcada por informaciones negativas que afectaban a su imagen y, de rebote, afectaban a la percepción de fortaleza y estabilidad que pretendía dar la familia real. El 'enemigo' dormía en casa, pues todo era una estrategia para desviar la atención de las polémicas del rey Juan Carlos, orquestado todo desde palacio, ha contado en más de una ocasión nuestra bloguera Pilar Eyre.
Sin duda, la marcha del rey emérito a Abu Dabi, es un punto de inflexión y la reina Letizia empieza a entrar en una etapa de serenidad, en la que se convierte en el activo mejor valorado de la institución, que ahora se estabiliza definitivamente. Prueba de ello, es que ha sido la figura que más interés ha suscitado en sus apariciones durante su estancia en Mallorca. Con su hija, la princesa Leonor, afrontando su segundo año estudiando en Gales, y aplicando el mismo silencio férreo también en su hija menor, la infanta Sofía, doña Letizia estrena edad siendo la estrella indiscutible de la institución, dejando en fuera de juego a su suegra y sus cuñadas.
Después de doce meses en los que ha visto cómo se han incrementado sus compromisos en su agenda, es que este próximo año la tendencia se repita, reafirmándose como el icono de estilo en el que se ha convertido, pero sobre todo, asumiendo nuevos retos e intentando zanjar su gran cuenta pendiente. Por un lado, una agenda más exigente y de mayor peso. Por el otro, intentar transmitir mayor naturalidad, para que no la sigan percibiendo como una persona arrogante y hermética. Pero siempre en mente "intentar hacer las cosas bien en el lugar al que cada una nos corresponda".