Antes de darse el 'sí, quiero' con el príncipe Harry, Meghan Markle (42 años) tuvo una vida muy diferente a la que tradicionalmente protagonizan los miembros de cualquier Casa Real. Antes de caminar hacia el altar el 19 de mayo de 2018, la duquesa de Sussex era actriz y gozaba ya de popularidad gracias a algunas producciones de cine y televisión. Una situación que ya comprometía una de las normas más importantes de la Corona británica.
Como parte de su carrera, Meghan firmaba autógrafos con regularidad, lo que es sin duda un acto prohibido para la monarquía. En mayo de 2016, Markle fue vista fotografiada saludando a sus fans y firmando fotos en la ciudad de Nueva York, rompiendo esta regla crítica aunque técnicamente todavía no pertenecía a la familia real. En aquel tiempo ella todavía era una de las protagonistas de 'Suits', serie en la que estuvo durante siete temporadas, por lo que era bastante normal que coger el rotulador y escribirle algo a los fans.
Si bien es cierto que ya no ponía su firma, Markle sí escribía caritas sonrientes junto con alguna que otra dedicatoria. Y es que a pesar de ya no formaba parte de la ficción, la duquesa de Sussex continuó con esta práctica cuando se lo pedían. Así que aparentemente nunca adoptó la política de no autógrafos. Una regla que podría haber roto cuando no estaba casada pero que continuó saltándose después de la boda (la segunda) con Harry. De hecho, ha continuado con esta actitud desafiante. En marzo de 2024, Meghan visitó el Hospital Infantil de Los Ángeles, donde leyó cuentos a los pacientes, donde se hizo fotos y donde por puesto firmó imágenes impresas.
Por el contrario, Kate Middleton tiene una actitud ejemplar para la Corona británica. Y es que cuando asistió al primer picnic infantil anual en el Chelsea Flower Show de Londres, no dudó en explicar el motivo por el que ella no firmaba nada. Mientras hablaba con los estudiantes, varios pidieron a la princesa de Gales que dedicara sus dibujos, a lo que ella respetuosamente se negó, aclarando que lo tenía prohibido. Como alternativa, la mujer de Guillermo les garabateó algunos bocetos rápidos.
Pero esta no es la única regla que Meghan se ha saltado a la torera. Y es que la duquesa de Sussex no se corta ni un pelo cuando tiene que dar un abrazo. Si bien a muchos les parece bien que sea tan cercana y amable, la corona británica lo considera como una ofensa. Y es que mientras que la mayoría de la realeza solo muestra afecto físico hacia los niños, Meghan lo hace con todos. De hecho, fue muy comentado cuando en 2018 abrazó a un trabajador de una ONG o a Beyoncé en el estreno de 'El Rey León' un año después.
Pero no solo eso, la prensa británica también se hace eco de que Meghan también ha desafiado la familia real británica con "la falta de pudor" en su vestuario. 'The List' comenta un hecho que indignó verdaderamente a la Corona cuando en sus fotos de compromiso Markle usó un vestido transparente de Ralph & Russo. "El aparente desafío de la princesa de Sussex ha sido durante mucho tiempo un punto de discordia entre los expertos reales, aunque ella está lejos de ser la única que incumple las reglas", dicen en el citado medio.
Carlos III también rompió la misma regla
A pesar de que Meghan es mucho más criticada que el resto de miembros de la familia real, lo cierto es que la prensa británica también recoge que Carlos III también rompió en su día esta regla con los autógrafos. Que ellos sepan al menos una vez. Por lo general, el rey explicará que no puede porque no le está permitido, pero parece que en 2010 sí que le firmó a una víctima afectada por las inundaciones de Cornwall, que llevaron a cientos de residentes a evacuar sus hogares.
¿Por qué no se permite que ninguno de ellos firmen dibujos o fotografías? Principalmente para limitar el peligro de falsificación de firmas. Por eso es casi imposible conseguir un autógrafo de la familia real. Sin embargo, la excepción a esta estricta regla es la firma del libro de visitas durante las apariciones oficiales. De hecho, Camila fue hace una semanas Old Market Hall para firmar en el mismo libro de visitas en el que también la reina Isabel II escribió su nombre en 1952.
Varios sitios web afirman vender firmas reales auténticos, aunque no hay forma de saber qué tan legítimos son en realidad. De hecho, Meghan no parece preocupada por el posible mercado de reventa porque pone en primer plano las interacciones personales con sus seguidores.