Era el 31 de agosto de 1970 cuando en la ciudad de Kuwait nacía Rania Al Yassin, quien tuvo una vida de lo más común hasta sus 22 años cuando, tras enamorar al príncipe Abdalá, el hijo mayor del rey Hussein, se convirtió en su mujer. En 1999, subía al trono de la mano de su esposo, un 22 de marzo en el que la joven pasaba a ser la reina más joven del mundo.
Pero Rania no solo se coronaba como reina de Jordania, sino que se convertía además en reina de estilo y elegancia, acaparando portadas en medios de todo el mundo gracias a sus increíbles estilismos y su belleza natural, apoyando siempre a diseñadores árabes y situándolos en el panorama internacional. Buen ejemplo de ello ha sido el de su último posado oficial, con un espectacular modelo de Mohammed Ashi.
Pero Rania ha sabido en todo momento que su papel ante el país es mucho más que todo eso, adoptando una labor filantrópica que encarna los valores de modernidad en una monarquía más ligada a la tradición, siendo un gran icono del progreso y el feminismo en el mundo árabe. Entre sus prioridades, destacan la defensa por los derechos de las mujeres, una educación pública de calidad para todos los jóvenes, y el derecho a la vida.
En el terreno familiar, la esposa del rey Abdalá se ha definido como "una madre y esposa con un trabajo realmente genial". Lo hacía a través de sus redes sociales, que aprovecha para compartir con sus miles de seguidores algunos de los aspectos más personales de su vida.
A pesar de las circunstancias especiales, Rania siempre ha deseado que sus cuatro hijos -Hussein, Iman, Salma y Hashem- vivan una vida de lo más normal y cotidiana, por lo que en sus momentos libres no faltan las barbacoas familiares en el jardín, las tardes de compras en centros comerciales o las cenas en familia.
La austeridad también está a la orden del día en la educación en casa. "Mis hijos tienen que ganárselo y trabajar para conseguirlo. Ordenar su cuarto, sacar buenas notas, demostrar que se portan bien y que se lo han ganado. Creo que es muy importante que estén en contacto con la realidad", confesaba la royal en una entrevista. "Por ejemplo, no pueden ver toda la televisión que quieran ni todos los programas que les gusten".
Sobre su temprano papel como reina, Rania confesaba que no fue sencillo, siendo consciente desde un primer momento de que se convertiría en centro de miradas de todo el mundo. "El día que supe que iba a estar en esta posición fue realmente aterrador". Sus gestos, sus actitudes, la elección de su vestuario, sus gastos, sus retoques estéticos... todo sería mirado con lupa. Y así ha sido.
Pero ella ha sabido defender su posición y sacar el máximo partido de ella, sobre todo al convertirse en voz de miles de ciudadanos que hoy en día la aclaman y la admiran. No cabe duda de que sus 50 años llegan en uno de los mejores momentos para ella y su familia, a pesar de que, como es obvio, este ha sido uno de los años más complicados de su reinado.