En los cuatro años que lleva de reinado -desde el 13 de octubre de 2016-, el rey de Tailandia, Maha Vajiralongkorn, no ha dejado de sorprender para mal con un sinfín de incongruentes polémicas que han cuestionado su papel al frente de la Corona del país.
Tras renegar de su concubina real, Sineenat Wongvajirapakdi, por "sus graves deslealtades" y retirarle así los nombramientos que le había otorgado, corrieron graves rumores de que la mujer había desaparecido -incluso muerto-. Desde el comunicado real, se eliminó cualquier rastro o noticia sobre ella, por lo que fueron varias las publicaciones nacionales que aseguraron que la concubina repudiada por el rey de Tailandia había fallecido en prisión.
El rey de Tailandia con su hija, la princesa Sirivannavari Nariratana y la reina Suthida, en un baño de masas en Bangkok el pasado 1 de noviembre.
A esta polémica se le sumaba el largo y extravagante periodo de confinamiento que el mandatario, también conocido como Rama X, pasaba en un hotel de lujo en Alemania.
Hace unos días, Rama X y la reina Suthida protagonizaban una nueva y escandalosa noticia al viajar en metro sentados, mientras que a su alrededor puede verse al séquito real arrodillado o sentado en el suelo, siempre con el objetivo de no estar a la misma altura que el rey. Las imágenes se publican una semana después de su anterior altercado.
Otra de las polémicas que se atribuyen al rey tailandés es la de autoregalarse una "consorte imperial".
Y es que hace unos días salieron a la luz unas instantáneas de lo más graves de su tercera esposa, Srirasmi Suwadee, de quien se divorció hace seis años tras 13 de matrimonio y madre de su único hijo varón. La mujer, que fue acusada por estar involucrada en las corruptelas de su familia, fue repudiada en 2014. Desterrada en una lejana aldea y apartada de su hijo, Srirasmi aparece con la cabeza afeitada y viviendo sola en Rarchaburi, sin poder salir de casa.
También en noviembre el rey tailandés protagonizaba unas imágenes, en esta ocasión con dos de sus hijas, en un baño de multitudes en Bangkok en plena pandemia, donde la distancia de seguridad, las mascarillas y evitar el contacto físico brillaron por su ausencia. Una irresponsabilidad a la que se le sumaba el descontento social por su comportamiento durante el confinamiento.