Una psicóloga, sobre la infanta Cristina: "Cuando una madre atraviesa una crisis vital y su mundo afectivo se reduce exclusivamente a sus hijos, puede surgir una relación de dependencia emocional"

Analizamos con una psicóloga la forma en la que la infanta Cristina ha hecho frente a todas las crisis de su vida: desde la detención de Iñaki Urdangarin a su divorcio

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Rebeca Alonso

Redactora digital de Lecturas

Infanta Cristina
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Se puede pensar que la infanta Cristina (59 años) está en tierra de nadie. Su salida de la familia real tras verse salpicada por el Caso Noòs y su posterior divorcio con Iñaki Urdangarin dejaron a la hermana de Felipe VI en un punto de no retorno. Sin embargo, hay algo que siempre ha permanecido intacto: el vínculo con sus hijos. 

Ajenos a los escándalos, polémicas y, por qué no decirlo, infidelidades que han rodeado a sus padres durante años, Juan, Pablo, Miguel e Irene se mantenían impasibles al lado de su progenitora. Un apoyo incondicional que podría esconder una base psicológica muy trabajada durante años. 

En Lecturas hemos abordado este tema con la psicóloga y psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, Virginia Valdominos. Es innegable que cada vez que vemos a la infanta Cristina con sus hijos en su rostro se dibuja una enorme alegría. Una felicidad que, mal llevada, podría ser contraproducente para ella y para sus cuatro hijos. 

Infanta Cristina
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La infanta Cristina tuvo que gestionar la detención de Iñaki Urdangarin con sus hijos. Una situación límite que les afectó de manera inevitable...

Las crisis familiares de gran magnitud, como la detención de un progenitor, puede generar un impacto emocional profundo en los hijos. En estos casos, la figura materna suele asumir el rol de sostén emocional, tratando de amortiguar el golpe. Sin embargo, una madre en esta situación también vive su propio duelo, y es posible que, al intentar proteger a sus hijos, haya pospuesto o incluso reprimido su propio proceso de asimilación. La sobrecarga emocional que supone gestionar esta crisis en soledad puede generar, con el tiempo, desgaste psíquico y la sensación de haber sido la única responsable de sostener a la familia.

Cómo puede gestionar la infanta Cristina la “culpabilidad” del fracaso familiar tras su polémica separación

La culpa es un sentimiento inconsciente y en un proceso de separación es un afecto común que puede estar dirigiendo el proceso sin ni siquiera saberlo. En este caso se agrava además por la exposición mediática y la carga de representar una institución. Desde un punto de vista psicoanalítico, la culpa puede actuar como un freno que impide la elaboración del duelo por la separación. Enfrentarla implica aceptar que el fracaso no recae en una sola persona y que las relaciones son un entramado complejo de deseos, decisiones y circunstancias. En estos casos, el trabajo terapéutico permite dar sentido al acontecimiento y transformar la culpa en aprendizaje, evitando que se convierta en una traba para la construcción de nuevos vínculos.

En los últimos años hemos sido testigo de cómo Cristina se ha volcado, más si cabe, en sus hijos: ¿Puede existir dependencia emocional hacia ellos? 

Cuando una madre atraviesa una crisis vital y su mundo afectivo se reduce exclusivamente a sus hijos, puede surgir una relación de dependencia emocional. Esto ocurre cuando el bienestar de la madre queda demasiado ligado a la presencia y aprobación de los hijos, dificultando la autonomía de ambos. Si bien el vínculo afectivo fuerte es normal, la clave es permitir que los hijos desarrollen su propia vida sin sentirse responsables de la felicidad materna. En casos extremos, esta dinámica puede generar sentimientos de culpa en los hijos cuando intentan separarse o construir su propia identidad.

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La infanta Cristina propició el encuentro de su hija Irene con Iñaki en medio de su dolor por el engaño. ¿Cómo entender esto desde el punto de vista psicológico?

La decisión de anteponer el bienestar de los hijos al propio dolor es una muestra de la función materna. Sin embargo, no debe confundirse con la negación del propio sufrimiento. Propiciar el encuentro entre su hija y su padre, a pesar de la traición sufrida, sugiere que la infanta Cristina priorizó la estabilidad emocional de su hija por encima de su propia herida.

Desde el psicoanálisis, se reconoce que los hijos tienen su propio vínculo con cada progenitor y que el rencor de uno de los padres no debería interferir en esa relación. No obstante, el desafío radica en que el dolor no se quede sin elaborar en la madre, ya que esto podría manifestarse de otras formas en el vínculo con sus hijos.

¿Cómo se podría explicar ese nexo de unión entre Cristina y su hija Irene por encima del resto de sus hijos?

El apoyo entre madre e hija en una crisis es deseable, pero cuando el hijo se convierte en el sostén emocional del adulto, hay un desplazamiento del papel que cada uno debe ocupar. La decisión de Irene de tomar distancia de su padre puede responder a múltiples factores, entre ellos la identificación con el dolor materno. Si el duelo por la separación no se elabora adecuadamente, los hijos pueden adoptar una postura de lealtad hacia el progenitor que perciben como más afectado, dificultando su relación con el otro. Lo ideal en estos casos es trabajar para que los hijos no asuman conflictos que pertenecen a la pareja y puedan mantener su propia relación con ambos padres.

Infanta Cristina e Irene
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¿Es bueno que los padres hagan partícipes a sus hijos de sus problemas? ¿Cómo les afecta esto?

Los hijos necesitan una referencia de estabilidad en sus padres. Cuando un progenitor les involucra demasiado en sus conflictos personales, los niños o adolescentes pueden asumir lugares que no les corresponden, desarrollando una carga emocional que influirá en su vida. No se trata de ocultar la realidad, sino de filtrar la información de manera adecuada a su edad y capacidad emocional, evitando que sientan que deben tomar partido o cargar con el sufrimiento de sus padres.

Después de una separación, es habitual que un progenitor se enfoque más en sus hijos como forma de sostén emocional y reafirmación de su papel en la familia. Sin embargo, el desafío está en no convertir esa dedicación en una forma de evitar el propio duelo o postergar la reconstrucción de la propia vida. La maternidad es un aspecto fundamental de la identidad de muchas mujeres, pero no debería ser el único eje de su vida psíquica.

¿Cómo manejar las presiones sociales y mediáticas en una familia real para que los hijos no se vean afectados?

El impacto de la exposición mediática en los hijos de personajes públicos puede ser profundo. La clave está en crear espacios de privacidad y fomentar un sentido de identidad que no dependa de la mirada externa. Es importante que los hijos no internalicen la presión social como un juicio sobre su valía personal. La terapia, la educación emocional y el acompañamiento familiar juegan un papel crucial para que desarrollen herramientas ante el escrutinio público.

Infanta Cristina
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¿Cómo le afecta a la infanta Cristina, como madre, que sus hijos no puedan disfrutar de la libertad de jóvenes de su edad?

Ser madre en una familia con una exposición pública tan alta implica una paradoja: se busca dar a los hijos una vida normal mientras se enfrentan a una realidad que los distancia de la cotidianidad del resto de los jóvenes. Esto puede generar en la madre un conflicto interno entre proteger y soltar, entre preservar la intimidad y aceptar el inevitable juicio externo. En el caso de la infanta Cristina, esta situación puede haber intensificado su papel protector, reforzando una dinámica en la que la familia se convierte en un refugio frente a un mundo que constantemente los observa y juzga.

¿Qué le recomendaría a la infanta Cristina en esta nueva etapa de su vida?

Le sugeriría trabajar en la diferenciación entre su rol de madre y su propio deseo como mujer. Poder construir una nueva vida afectiva y personal, más allá de su papel de madre, le permitirá liberar a sus hijos de la carga de ser su principal fuente de bienestar. Además, sería valioso trabajar la culpa inconsciente y la autoexigencia para que la separación no se viva como un fracaso personal, sino como un proceso de transformación. 

Como conclusión final, la psicóloga y psicoanalista, Virginia Valdominos, advierte que "los hijos no deben ser el soporte emocional de sus padres". Aunque es normal que en una crisis familiar se generen lazos de apoyo mutuo, "es fundamental que el adulto tenga su propio espacio para procesar el dolor, sin cargar a los hijos con responsabilidades que no les corresponden". Para todo eso es fundamental que los protagonistas aprendan a gestionar esta crisis con la ayuda de terapia. "Así, le permitirá canalizar estas emociones sin que los hijos se conviertan en depositarios del malestar de los padres".