Corren malos tiempos para Carlos III. Hace apenas unas semanas, el Palacio de Buckingham anunciaba mediante un comunicado que el monarca había sido diagnosticado con “una forma de cáncer”, y que el tumor fue descubierto mientras el susodicho era tratado de su agrandamiento benigno de la próstata. Aunque los médicos le recomendaron posponer "sus obligaciones como figura pública" durante el tratamiento, él ha decidido retomar su agenda oficial. Al menos no está solo en este duro trance. De hecho, cuentan que su esposa, la reina Camila, está bastante pendiente de él. La mujer optó por asumir gran parte de la carga de trabajo de su marido, pero hace solo unos días anunció que estaba algo agotada y que se tomaría unos días de vacaciones en el extranjero.
Menos mal que también están ahí dos de los hermanos del monarca, la princesa Ana y el príncipe Eduardo, a quienes el susodicho eligió como sustitutos en su ausencia -su otro hermano, el príncipe Andrés, fue apartado por su madre de sus tareas de representación pública y despojado de sus títulos militares y patronatos reales tras verse envuelto en un escándalo-. Tanto Ana como Eduardo han llenado en estos últimos días sus agendas de compromisos y actos públicos para sacar las castañas del fuego a una familia que últimamente vive una situación algo complicada -cabe recordar que Kate Middleton también está de baja tras una operación abdominal y que su esposo, el príncipe Guillermo, sigue cumpliendo compromisos pero se encuentra bastante centrado en el cuidado de su mujer-.
Este domingo, por cierto, Eduardo de Inglaterra sopla sesenta velas. Nacido en Londres en 1964, de niño estudió en Heatherdown, una escuela preparatoria en Berkshire, y pronto destacó por su habilidad para los deportes. Tras graduarse en Cambridge con una licenciatura en Artes en 1986, se pasó una temporada entrenando para entrar a formar parte de los Royal Marines. Sin embargo, tras solo unos meses abandonaría sus aspiraciones para dedicarse a las artes. Durante un tiempo trabajó en tareas de producción tanto en teatro como en televisión, y llegó incluso a fundar su propia productora, Ardent Productions, con la que hizo algunos programas sobre los miembros de la familia real británica.
Una agenda apretada
Estos últimos días, el más desconocido de los hijos de Isabel II ha estado bastante visible con una agenda pública que ha girado en gran medida en torno a su apoyo a las artes. Su carga de trabajo tan solo será igualada por la de su hermana Ana, que asumió un puñado de compromisos para impulsar causas que van desde la inauguración de una serie de viviendas tuteladas hasta su apoyo a la organización Save the Children, de la que es presidenta desde 1970. La princesa, sin duda uno de los miembros más valorados de su familia, mantiene un vínculo especialmente estrecho con el actual monarca.
Algo menos idílica ha sido la relación entre el rey y su hermano más pequeño, al que en marzo de 2023 confirió el título de duque de Edimburgo, de acuerdo con los deseos de la reina Isabel II y su marido el príncipe Felipe -Eduardo preside desde 2015 el Patronato de la Fundación del Premio Internacional del duque de Edimburgo, creado en la década de los cincuenta por su padre para promover nuevos valores educativos-.
Las rencillas personales entre los hermanos surgieron en 2001, cuando la productora de Eduardo de Inglaterra grabó a su sobrino, el príncipe Guillermo, en sus primeros días como estudiante en la Universidad Saint Andrew de Edimburgo, sin que el susodicho lo supiera, algo que enfureció al padre de la criatura. La compañía declaró que la vida privada del príncipe "nunca estuvo en peligro de ser revelada", y lo cierto es que los hermanos consiguieron limar asperezas.
Ya en 2002, Eduardo dejó de lado aquella empresa y pasó a convertirse en "miembro de la realeza que trabaja a tiempo completo", según el sitio web oficial de la casa Windsor. Desde entonces ha venido representando a la familia real británica en distintas tareas institucionales junto a su esposa, Sofía de Wessex, una ejecutiva de relaciones públicas a quien conoció en un partido de tenis en verano de 1993. La pareja se casó en 1999, en una ceremonia celebrada en la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor, y tiene dos hijos en común: lady Luisa Windsor y James, vizconde de Severn.
Sin títulos de príncipe y princesa
Al nacer sus pequeños, los condes de Wessex optaron por no darles los títulos de príncipe y princesa, aunque ambos tendrían siempre la posibilidad de recibirlos -de acuerdo a la patente real emitida en 1917 por el rey Jorge V, todos los hijos de los herederos del monarca tienen rango principesco y pueden usar el título de 'alteza real'-. "Nosotros intentamos educarles con la idea de que es muy probable que tengan que trabajar para ganarse la vida. Por eso decidimos no utilizar los títulos de 'alteza real'. Ellos los tienen y pueden decidir usarlos a partir de los dieciocho, pero creo que es muy poco probable que lo hagan", comentó en una entrevista la duquesa de Edimburgo.
Lady Luisa Windsor, que cumplió 18 años en 2021, y James, que tiene 16, participaron en su primer compromiso público en el extranjero en abril de 2015, fecha en la que acompañaron a sus padres en un viaje a Sudáfrica, y desde entonces han asistido con sus progenitores a todo tipo de actos, desde los juegos de la Commonwealth hasta el tradicional desfile Trooping the Colour.