A Cristina de Borbón siempre le gustaron los deportistas, de modo que a la hora de rebuscar en su pasado sentimental, nos encontramos varios nombres que, al igual que a la infanta, la pasión por el deporte era un modo de vida. Aunque Cristina estudió Ciencias Políticas en Madrid –es la primera mujer de la casa real en obtener un título universitario–, y ha desarrollado su faceta profesional en la Fundación La Caixa y en la Fundación del Aga Khan, la verdad es que su grupo de amigos siempre ha estado relacionado con el deporte, en especial, la vela y el esquí, de los que es una avezada practicante.
Su primer "gran amor serio"
Antes de conocer a Iñaki Urdangarin, con el que se casó en la catedral de Barcelona el 4 de octubre de 1994, la infanta Cristina tuvo varios amoríos, aunque ninguno de ellos llegara a buen puerto. Desde los regatistas Jorge Forteza y Fernando León, al waterpolista Jesús Rollán, quien por cierto le presentó al '7' del Barça de balonmano, Cristina vivió intensamente su juventud. La infanta decidió trasladarse a vivir a Barcelona junto a su prima Alexia de Grecia, hija mayor de Constantino. La capital catalana vivía en aquellos años la efervescencia de haber sido nominada para albergar los Juegos Olímpicos de 1992, un ambiente perfecto para una joven Cristina que quiso experimentar lo que era desenvolverse lejos de la encorsetada vida de palacio.
Pero si hubo un primer gran "amor serio" en la vida de la hija menor de los reyes el elegido fue Álvaro Bultó. Alto, rubio, ojos azules y experto en deportes de riesgo, además de un increíble don de gentes y una simpatía fuera de lo común, era el hombre perfecto a los ojos de Cristina.
Mujeriego empedernido
Álvaro destacaba por su desparpajo y por su elegancia y educación. Trataba igual a la realeza que al más humilde de los trabajadores y se hacía ganar el afecto de todo el mundo. Mujeriego empedernido, la lista de novias de Álvaro Bultó era impresionante. Muchas de ellas famosas. Álvaro nunca se escondió, salvo cuando oía la palabra matrimonio. En ese caso, el aventurero ponía pies en polvorosa, eso sí, sin dejar mácula en la mujer abandonada, que acababa siendo tan amiga de Álvaro como cuando estaban juntos.
La relación de la infanta Cristina y Álvaro Bultó duró unos tres años. Se conocieron en la estación invernal de Baqueira Beret, que ambos frecuentaban. Al parecer, su primer contacto se produjo en una cena de amigos comunes.
Cristina tenía 27 años y Álvaro 30. Desde entonces, Cristina procuraba asistir a cuantas pruebas motociclistas en las que Álvaro participaba. Juntos hacían rafting, Su relación, sin embargo, se vio lastrada por los continuos viajes de Álvaro y, por supuesto, por los compromisos oficiales de la infanta.
Bultó pertenecía a una de las familias más acomodadas de Barcelona. Su padre fue Francisco Javier Bultó Marqués –todos lo llamaban don Paco–, propietario de las marcas de motocicletas Montesa y Bultaco, además de otras muchas empresas en el ramo textil y en el farmacéutico. Su madre fue la aristócrata Inés Sagnier Muñoz, descendiente de María Cristina de Borbón Dos Sicilias. El matrimonio Bultó-Sagnier tuvo diez hijos, todos ellos aficionados a la naturaleza y al deporte. Una de sus hermanas, Cristina Bultó, es la madre del piloto Sete Gibernau, que estuvo casado por poco tiempo con la modelo Esther Cañadas.
Álvaro no vivía del aire o del dinero de sus padres. Junto a un socio, era propietario de una empresa textil, además de haber sido productor y presentador del programa de aventuras 'Frontera límite'. También participó en los concursos 'Mira quién baila' o 'Splash, famosos al agua'.
Una más en la familia Bultó
Álvaro caía muy bien en la familia real española y, nadie lo duda, hubiera sido un buen yerno de los reyes Juan Carlos y Sofía, si no fuera por su alergia al matrimonio. Del mismo modo, la infanta fue muy bien aceptada entre los Bultó, que son una piña. Padres y hermanos vivían a las afueras de Barcelona, en una urbanización privada en la que todas las casas –unos fabulosos chalets adosados con piscina y jardín cada uno de ellos– eran propiedad de los Bultó.
Era tal la alergia al matrimonio de Álvaro que, hace unos años, cuando circuló el rumor de que iba a casarse con una joven que curiosamente también se llamaba Cristina, lo llamamos y lo negó en rotundo, pero nos pidió por favor que no publicáramos esa negativa, no fuera que la chica se llevara una decepción enorme al enterarse por la prensa de que él no estaba dispuesto a pasar por el altar. Otras novias famosas del deportista fueron Raquel Revuelta, Ivonne Reyes, Paloma Lago, Mónica Pont y Esther Cañadas, quien a la postre se casaría con su sobrino.
"Mi madre me decía: 'Corre despacio"
Álvaro, además de un experimentado esquiador, era un especialista en deportes de riesgo, en especial el motociclismo. Contaba que su madre, en ocasiones, iba al hospital a ver a varios de sus hijos, cada uno de ellos malherido en algún accidente. "Salía de una habitación tras ver a un hijo y se metía en otra para ver a otro", nos contó. Su sufrida madre –falleció en 2014–, antes de cada carrera, siempre le daba un consejo a Álvaro: "Me decía: 'Corre despacio'. Y yo le decía: 'Pero mamá, ¿cómo voy a correr despacio?", recordaba, divertido, en una entrevista.
Además de las motos –el deporte familiar–, le encantaba la caída libre, que practicaba a menudo en Empuriabrava (Girona), y en sus últimos años practicaba el salto base, un arriesgado deporte en el que se tiraba desde lo alto de un acantilado con un traje de alas. Álvaro planeaba con ese traje mientras caía a toda velocidad acariciando la pared de la montaña hasta que, un minuto antes de tocar el suelo se abría el paracaídas.
La trágica muerte de Álvaro Bultó
Álvaro encontró la muerte haciendo lo que más le gustaba: el 23 de agosto de 2013 –pronto se cumplirán once años– se tiró desde lo alto de una cima, en los Alpes suizos, con su peculiar traje de alas para realizar, una vez más, un salto base. Parece que chocó con un saliente de la montaña, por lo que murió en el acto. Tenía solo 51 años. Su muerte fue un duro golpe para la infanta Cristina, ya casada con Iñaki Urdangarin y, en esos años, totalmente involucrada en el escándalo del caso Nóos.
El deportista y aventurero Álvaro Bultó tenía un lema que no se cansó de manifestar en las entrevistas. "Te voy a decir un poco cuál es mi lema, que es una frase de Gregorio Marañón: 'Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir yno dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir". Lo cumplió a rajatabla.