A Cristina, el sueldo no le alcanzaba. Pilar Eyre cuenta que la infanta pasaba auténticas estrecheces económicas para llegar a fin de mes, cuando trabajaba en La Caixa. La hija de un rey, con los mismos problemas que un ‘currito’ cualquiera.
Situémonos en el tiempo. Es 2014, y el Caso Nòos es una realidad. Iñaki Urdangarin está siendo investigado por un delito de malversación, prevaricación, fraude, delitos fiscales y tráfico de influencias; mientras que su mujer también ha sido llamada a declarar ante el juez. La familia Urdagnarin Borbón al completo está en el punto de mira, y, tras una breve huida a Estados Unidos, estos se establecen en Suiza. Allí buscarán el amparo de ser anónimos y de que sus hijos crezcan sin el estigma asociado a la ‘pena de banquillo’ hasta que, finalmente, el juez condene a 5 años y 10 meses de prisión al exjugador de balonmano.
Cuando Cristina de Borbón llega a Ginebra, lo hace en calidad de asalariada de la Fundación La Caixa, la entidad bancaria a la que había dedicado casi 30 años. Luis Ramallo y Antoni Vila fueron sus grandes protectores y le habían brindado todas las posibilidades para poder trasladar su trabajo donde ella necesitara. Aun así, había algo que no le encajaba: su sueldo.
Un contrato gracias al mejor amigo de su padre
“(El Aga Khan) ya había corrido en auxilio de Cristina cuando su marido ingresó en prisión y a ella no le llegaba el sueldo de la Caixa para mantener su nivel de vida”, dice Pilar Eyre en su blog para la revista Lecturas.
La experta en casas reales asegura que Karim al-Ḥussayni, íntimo amigo del rey Juan Carlos, uno de sus grandes valedores y protectores, le deslizó una cifra: 400.000 euros. “‘¿Con esto tienes suficiente?’ Y cuando la infanta contestó que sí, la contrató en su fundación por ese sueldo”.
400.000 euros al año que daban de sobra para mantener su casa en uno de los barrios más seguros de la ciudad y para pagar los elitistas colegios de sus hijos. El tren de vida de la infanta era alto, altísimo; tanto, que el buen sueldo que se le presupone a un importante cargo directivo como el que ella ostentaba en la entidad, no era suficiente.
¿Cuál es la situación laboral actual de la infanta?
Los últimos años de su vida, Cristina ha sido una trabajadora más de la Aga Khan Development Network, la gran empresa que creó Karim y que tiene en plantilla a más de 80.000 personas repartidas por sus numerosas sedes. Una de estas, como no podía ser de otro modo, está localizada en Ginebra, la ciudad que vio nacer en 1936 al líder de los chiitas ismaelíes nizaríes y que acogió a la hija mediana de Juan Carlos.
Pero, ¿si trabaja en Suiza, cómo puede hacer para pasar tanto tiempo en España? Por el acuerdo que alcanzó en 2020. Según las palabras de Eyre, la infanta, a raíz de la pandemia, empezó a teletrabajar desde casa; por lo que esta facilidad podría haberse visto alargada hasta el día de hoy.
"Es cierto que no sabemos si ese contrato sigue vigente. Por una parte, desconocemos los proyectos en los que está implicada y por otro resulta muy extraño que no haya acompañado a su padre al funeral de su jefe", deslizaba Pilar.
El pasado sábado tuvo lugar en Lisboa el funeral en honor del Aga Khan. El imán vivía en el país luso desde hacía años, y ha sido despedido en el hogar en el que fue tan feliz. Por supuesto, su gran amigo, el rey Juan Carlos, quiso brindarle su último adiós y se desplazó desde Abu Dabi, donde reside desde 2020, hastata Lisboa. Un gesto de lo más llamativo que no fue compartido por su hija Cristina. La infanta siguió en Atenas, donde había volado para asistir a la boda de su primo Nicolás de Grecia, una celebración que la periodista catalana tacha de “irrelevante”, hasta el punto que algunos de los hermanos del novio no acudieron.
Por todo lo que los unió y por el enorme favor que hizo a Cristina, ha sido llamativa la ausencia de la infanta en el funeral de su último gran benefactor. ¿Quizás quiso desligarse de la poderosa figura del imán?