Meghan Markle y el príncipe Harry ya están en Reino Unido. Los duques de Sussex aterrizaban en Londres junto a sus hijos Archie y Lilibet tras un larguísimo vuelo desde Los Ángeles, donde han fijado su residencia después de materializar su ruptura con la familia real británica en enero de 2020. Los Sussex han regresado para participar en los actos del Jubileo de Platino de Isabel II, que conmemora los 70 años desde su ascenso al trono británico. El primero de ellos, el desfile del Trooping the Colour, no ha contado con su presencia oficial. Tal y como informaba la BBC, la pareja ha seguido los actos desde palacio pero no ha salido a saludar al balcón. Esto está reservado tan solo para los miembros de la Familia Real con obligaciones para con la Corona.
El príncipe Harry y Meghan Markle no han formado parte del posado en el balcón del palacio de Buckingham durante el Trooping the Colour que se ha llevado a cabo este jueves 2 de junio. Los duques de Sussex, tal y como han contado en la BBC, han seguido muy de cerca el desfile, pero no han salido a saludar como sí que hacían antaño. A lo que sí que asistirán mañana es al servicio religioso en la Catedral de San Pablo en honor a la reina.
El regreso más esperado
Este viaje del matrimonio está cargado de simbolismo. Por un lado, supone el regreso de Meghan Markle después del Megxit. Lo hace junto a toda su familia, y especialmente apoyada por su marido, el príncipe Harry. Asimismo, es la primera visita de su hija Lilibet, que podrá conocer por fin a su bisabuela Isabel II, después de largo tiempo rogándoles por tenerla a su lado por primera vez. El próximo sábado 4 de junio, la pequeña de los Sussex vivirá también su presentación en sociedad en el Derby de Epsom, donde no está confirmada la asistencia de la soberana y tampoco estarán presentes los duques de Cambridge.
No es momento para subrayar las diferencias y tensiones, sino para recordar el papel simbólico de la institución y de su figura principal, alrededor de la que giran todos: la reina Isabel II. El fallecimiento de su esposo, Felipe de Edimburgo, y al ser tan evidente cómo se han agravado sus problemas de salud han llevado a la monarca a hacer dos peticiones: nada de dramas ni ningún intento de eclipsar su protagonismo.