Los duques de Sussex han dejado claro con el bautizo de su hijo Archie Harrison que les gusta la privacidad. Bautizar al pequeño en privado les ha valido numerosas críticas a Harry y Meghan. Ahora se ha sabido que este no es el único evento que ha tenido lugar en los últimos días en el que Meghan ha reclamado su intimidad.
La duquesa de Sussex acudió la semana pasada a ver a su amiga Serena Williams disputar el torneo de Wimbledon. Durante el partido de tenis se mostró de lo más tranquila junto a dos amigas, pero a su alrededor había más tensión de lo que parecía.
Los asistentes al partido aseguran que los guardaespaldas de Markle dijeron que estaba prohibido fotografiarla. Esto provocó la indignación del público, que calificó la actitud de Meghan de infantil y exagerada. Teniendo en cuenta que había doce mil personas en el recinto, que el evento se retransmitía por televisión y que había más de doscientos fotógrafos, nadie entiende que quienes habían acudido a ver el partido no pudieran tomarle una foto.
Incluso un hombre que estaba haciéndose un selfie muy cerca de la duquesa de Sussex fue reprendido por los miembros de seguridad, porque pensaban que estaba haciéndole una foto a ella. Una reacción que de nuevo ha puesto a Meghan en el centro de todas las críticas.
El motivo de esta prohibición es que Meghan había acudido a ver el partido de forma privada. No se trataba de un acto de su agenda pública ni oficial. Por eso no quería que nadie le molestara ni ser el centro de todas las miradas. Esto es algo que no ha sentado nada bien. Muchos británicos están de acuerdo en que por mucho que sea un evento privado es la duquesa de Sussex, y eso siempre va por delante.
Antes de este episodio y del bautizo ya hubo otros en los que quedó clara la obsesión de Meghan por la privacidad. Otros acontecimientos como el nacimiento de su hijo, su baby shower en Nueva York o algunos de sus viajes se caracterizaron por el hermetismo.