En su batalla judicial contra algunos medios británicos, Meghan Markle está sacando a la luz diferentes asuntos de su época como miembro de la familia real británica para poder defenderse. Unos asuntos que no gustarán nada a Isabel II y el resto de los Windsor teniendo en cuenta que incluso arremete contra ellos. Si hace unos días Meghan confesó que se sintió desprotegida durante el embarazo de Archie, ahora se ha conocido que en su defensa en el juicio que mantiene contra la prensa de Reino Unido ha hablado de un aspecto muy polémico de su boda. Si por algo fue criticado su enlace con el príncipe Harry fue por el elevado coste que supuso para las arcas públicas. La celebración de su matrimonio hace dos años costó a los contribuyentes británicos nada más y nada menos que 35 millones de euros, una cifra para muchos escandalosa.
Por un lado Meghan Markle defiende que ese dinero se utilizó para gastos policiales y de seguridad, y que esto es algo que era por y para los británicos. Teniendo en cuenta la magnitud del evento resultaba necesario invertir en este aspecto para que los ciudadanos que se agolpaban a las puertas de los lugares donde se llevó a cabo la celebración estuvieran totalmente protegidos. Así que por eso ella entiende que es completamente normal que este dinero saliera de los fondos públicos del país. Y por otra parte ha querido dejar claro que todo lo relacionado con los aspectos privados de la boda como la iglesia, las flores, la comida… Fue financiado de forma privada. De hecho afirma que fue Carlos de Inglaterra el que desembolsó la mayoría del dinero para estos gastos.
Por si esto no fuera suficiente, Meghan ha ido más allá al decir que nadie debería quejarse puesto que la inversión de 35 millones de euros por parte de los británicos, les salió muy rentable. Según el equipo de abogados de Meghan Markle que ha redactado el escrito, el evento reportó al país más de un millón de euros de beneficios, en especial a sectores como la hostelería o el merchandising. Con esto la defensa es más contundente si cabe, y es algo que demuestra que los duques de Sussex no se sienten nada mal con el dinero que se invirtió en su boda, todo lo contrario.