Leonor, entre su madre y su abuela: las escenas de tensión que se vivieron en Asturias

La mala relación entre la reina Sofía y Letizia quedó patente una vez más en un acto público, así como la incomodidad entre la abuela y sus nietas

Pilar Eyre

Periodista y escritora

Actualizado a 30 de octubre de 2024, 06:58

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Con suavidad, Felipe le posó la mano a su mujer en la espalda para que se situara a su lado, la dejó ahí un rato y después, antes de apartarla, le hizo una caricia íntima, de esas que solo tienen las parejas después de una larga convivencia, tan inesperada que la Reina levantó los ojos hacia él con cierta sorpresa y después ambos sonrieron con ardiente complicidad. Las hijas y las circunstancias rompieron inmediatamente ese instante mágico con sus comentarios y sus gestos, y los cuatro posaron entre risas alegres para las decenas de fotógrafos que se habían desplazado a Sotres, Pueblo Ejemplar 2024, en los Picos de Europa.

Después, recorrieron las encantadoras calles empedradas y hablaron con sus habitantes en un ambiente distendido y gozoso, pese a que la caminata para llegar había sido larga, hacía frío y no iban debidamente abrigados, hasta que al final alguien le tendió una gruesa bufanda a Letizia para que se cubriese el cuello ya que había empezado a toser. Ahora Leonor y Sofia se abrazaban espontáneamente, entre risas que surgían a borbotones de sus jóvenes pechos, ahora era Leonor la que advertía a su madre, deteniéndola por el brazo, para que observara un paisaje, ahora era Sofía la que se cogía del brazo de su padre y así caminaban en franca camaradería, casi iguales de estatura.

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Felipe reía a carcajadas mostrando su algo imperfecta dentadura, Letizia se dejaba mimar por sus hijas, Sofía hacía comentarios divertidos y Leonor parecía la más responsable y madura de todos. La gente, contagiada de su simpatía, bromeaban con ellos y los niños se embarcaban en largas conversaciones con las princesas como si fueran amigas, sin ningún tipo de protocolo.

La presencia de Sofía

Toda la parafernalia del día anterior parecía muy lejana. Porque por mucho que nos impresionara la ceremonia solemne perfectamente pautada en el Teatro Campoamor de la entrega de los premios Princesa de Asturias, por mucho que nos conmoviera la emoción de Serrat, las palabras de la poeta rumana y el discurso de Leonor, lo que se ha quedado en el imaginario colectivo es la incomodidad de algunos momentos familiares. ¿Qué había diferente entre la reunión de Sotres, ese buen humor imposible de impostar, y la crispación de Oviedo? Es triste admitirlo, pero solo había una diferencia... la presencia de la reina Sofía.

Porque, como venimos viendo desde hace seis años por lo menos, la mala relación de nuera y nietas con la abuela ya es un secreto a voces, que se pone en evidencia cuando se ven obligadas a interactuar, como en el caso de los premios Princesa de Asturias en Oviedo. Desde el primer momento en que se suben a los coches. Las nietas la llevan del brazo con solicitud, pero ‘la sueltan’ para meterse en su coche y doña Sofía se queda tan desconcertada que debe preguntarle a su hijo con expresión angustiada que dónde debe ir…

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