La complicada relación entre la infanta Elena y sus hijos, Victoria Federica y Froilán: "Siente vértigo"

Para la primogénita de Juan Carlos I y doña Sofía su labor de madre siempre ha sido el trabajo más importante de su vida

Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

La infanta Elena, junto a sus hijos
Gtres

En noviembre de 2007, tras rumores de una posible ruptura, un comunicado de la Casa Real anunciaba““el cese temporal de la convivencia” entre la infanta Elena y su marido Jaime de Marichalar. Dos años más tarde, la pareja inició los trámites de divorcio "de mutuo y común acuerdo". Desde ese momento, Elena de Borbón y Grecia se centró en su trabajo en la Fundación Mapfre, donde se encargaba del desarrollo de proyectos sociales y culturales, y en su labor de infanta de España —su título es hoy simbólico después de que, en 2014, tras su proclamación, Felipe VI decidiera apartarla de la familia real—.

Aunque su principal prioridad fue la educación de sus dos hijos, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica, a quienes siempre ha deseado ver felices. Según Nuria Tiburcio en su libro 'Elena, la infanta castiza', ambos chavales lo pasaron bastante mal en su día debido a la presión mediática con la que les tocó lidiar durante el proceso de separación de sus padres: "Froilán se convirtió en el niño conflictivo de la corte de los Borbón", mientras que "Victoria, más tímida y callada durante su niñez y adolescencia, floreció como una mujer con un carácter que chocaba de pleno con el de su madre, también muy temperamental". 

Durante aquella complicada época, la reina Sofía se volcó en que sus nietos estuvieran lo mejor posible. Entonces pasaba mucho tiempo con ellos para que se sintieran protegidos, y desarrolló un vínculo especial con Victoria, a la que le encantaba la música como a ella. La historia era algo distinta con Froilán, al que solía perdonar todas las trastadas que hacía cuando la visitaba en La Zarzuela. "Incluso le pasó por alto que, durante una de las muchas salidas que realizaban, en concreto al Palacio de los Deportes para ver un espectáculo de Disney, les hiciera una peineta a los reporteros que los esperaban", ha contado la periodista.

Estilos educativos distintos

Según algunos allegados, la relación de Elena y Jaime fue muy tensa a partir de la separación. Tiburcio explica en las páginas de su libro que solamente se veían cuando les tocaba dejar o recoger a los niños, y que apenas hablaban: "Si había algún problema con sus hijos se llamaban por teléfono, pero las conversaciones eran cortas y frías. No había imaginado la infanta que su final con Jaime iba a ser así. Pero ambos se guardaban rencor, cada uno culpaba al otro del fracaso del matrimonio, y ese sentimiento tardaría en desaparecer".

La tensión entre ambos alcanzó su punto álgido en 2012, fecha en la que Froilán, que entonces se encontraba con su padre realizando ejercicios de tiro en el patio de la finca familiar de Garrejo, se disparó accidentalmente en un pie y tuvo que ser intervenido en la clínica Quirón de Pozuelo. "Durante los días que Froilán estuvo ingresado, quedó evidenciada la brecha familiar entre los padres del accidentado", apuntó Tiburcio. "Marichalar acudía en solitario, intentando no ser visto, mientras que la infanta Elena, con la reina Sofía, entraba y salía por la puerta principal. Una de las veces, la duquesa de Lugo se dirigió a la prensa y dejó clara su posición al contestar tajantemente a la pregunta sobre cómo había sucedido. 'Yo no estaba con él, estaba solo con su padre'".

En el ensayo se explica también que, tras permanecer dos años interna en el Mayfield St. Leonard’s, Victoria Federica cambió su carácter. Ahora solo quería estar con sus amigos y con el móvil, y su madre pasó a ser un cero a la izquierda en su vida. Fue entonces cuando Elena habló con Jaime de lo que le ocurría en casa. "Más que nada por si también él lo había notado, pero no", narra Tiburcio. "Cuando estaba con su padre, Victoria Federica  seguía siendo la niña buena que siempre había conocido. El problema estaba en que Jaime no le ponía muchos límites, al contrario que Elena, para la que la disciplina era importante. Eso provocaba que la joven sintiera que era más fácil obtener lo que quería con su padre que con su madre".

Preocupación por su futuro

En honor a la verdad no han faltado los gritos y reproches en esa relación materno-filial que en la actualidad "parece haber encontrado la necesaria estabilidad". Tiburcio cuenta que, cuando en su día Victoria Federica comunicó a su madre su intención de convertirse en influencer, la primogénita de Juan Carlos I y doña Sofía se quedó de piedra. La joven le aclaró entonces que no perseguía aparecer en las revistas del colorín, sino dedicarse al mundo de la moda. Al poco empezaría a ir a todos los saraos, a protagonizar portadas de revista y a colaborar con distintas firmas de moda que están deseando que luzca algunas de sus prendas. 

"Elena siente vértigo cuando ve a su hija en grandes eventos", apostilla Tiburcio. "Está orgullosa, porque la ve guapa, elegante y, sobre todo, feliz. Pero tiene miedo de que esta aventura como influencer termine mal para su hija. No es fácil estar expuesta, ella lo sabe bien, lo ha vivido en sus propias carnes. No quiere que la fama la cambie. Aunque se consuela viendo que, de momento, sigue siendo la misma [...]. Para Elena, su labor de madre siempre ha sido el trabajo más importante de su vida, y saber que sus hijos creen que lo ha hecho bien la llena de satisfacción".