El cambio es llamativo. Psicólogas como Lara Ferreiro apuntan a que las mujeres, cuando se divorcian, viven una especie de revolución personal en la que reconstruyen toda su vida de arriba abajo. Ellas incluidas. Y la infanta Cristina es una de estas.
Desde que se separó de Iñaki Urdangarin, el padre de sus cuatro hijos, la hija mediana de la reina Sofía rompió con la mujer que había sido. Con unos hijos ya adolescentes, algunos mayores de edad, podía volver a ponerse a ella misma en el centro de su propia existencia. Y así lo hizo.
Empezó una nueva vida de la que ella era su dueña. El autocuidado, tantas veces olvidado, pasó a ser una prioridad. Y con este, la alimentación. Desde que Lecturas publicó las primeras imágenes de Iñaki junto a su actual pareja, Ainhoa Armentia, la transformación de Cristina ha sido de lo más paulatina.
Cristina, seguidora de una dieta pescetariana
La infanta fue introduciendo pequeños cambios en ella misma. Primero se quitó su característico lunar, después, empezó a perder kilos. La extrabajadora de la Fundación La Caixa empezó con una alimentación a la que su madre llevaba décadas abonada: la dieta pesceteriana.
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También conocida como semiveterianismo, esta manera de alimentarse pone atención en las verduras, las frutas, las legumbres, los huevos, lácteos y los pescados y mariscos. Quedan fuera de sus menús aquellas carnes de procedencia animal como la ternera, el pollo, el cerdo o el conejo.
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Esta forma de alimentarse lleva acompañando a la reina Sofía desde la década de los 70, cuando falleció su padre, Constantino de Grecia. Su familia siempre ha estado muy próxima a la concienciación sobre el bienestar animal y la madre de Cristina se ha considerado una gran animalista desde que era joven. Su hermana Irene es exactamente igual, solo hay que recordar la vez que salvó a 100 vacas de un final en el matadero.
La otra regla sagrada en la alimentación de Cristina
Con semejante ejemplo en casa, no es de extrañar que la infanta Cristina también haya decidido que desea sumarse a él. Como apunta la revista Hola, esta decisión también rondó las cabezas de su hermana Elena y de su prima Alexia de Grecia, pero pronto acabaron rechazándola.
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No como Cristina, que parece encantada con su decisión. En su día a día, también existe una regla sagrada, tal y como deslizan desde la mencionada publicación, no hay concesión a los carbohidratos pasado el mediodía. La comida es la última oportunidad para comer pastas y arroces, esos que tanto le gustan y que le recuerdan, de manera irremediable, a sus años más felices en Barcelona. Las cenas son ligeras, donde una ensalada o una crema de verduras son las opciones ganadoras.
Una vida personal inmejorable
Además, al tomar una dieta plagada de antioxidantes, el aspecto de su piel se ve mejor que nunca. Lo que hace que encontremos con una apariencia de lo más juvenil. Esto, sumado a los posibles cuidados de belleza y tratamientos en cabina, hace que deslumbre en cada aparición de la que acaba volviéndose la absoluta protagonista.
Pero no solo eso. Quienes la conocen aseguran que esta también atraviesa un momento de lo más dulce en lo personal. Ahora dispone de absoluta libertad para viajar donde le plazca, lo que le permite visitar con enorme frecuencia a sus seres queridos, de los que, debido a la condena de Iñaki, se vio apartada. Cada vez pasa más tiempo en España y gana peso en una institución que ya le había dado la espalda.