La infanta Cristina cumple 59 años: un carácter duro y fuerte, una caída a los infiernos y su verdadera relación con Felipe y Letizia

La segunda hija de los reyes Juan Carlos y Sofía firmó su divorcio con Iñaki Urdangarin a finales de 2023, y actualmente no tiene demasiadas ganas de novio

Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Infanta Cristina
GTRES

Durante años, Cristina de Borbón fue la más desconocida de los hijos de los Reyes. La mediana de la familia siempre atrajo menos atención que sus hermanos, y creció pensando que de alguna forma podía pasar desapercibida. Su nacimiento, el 13 de junio de 1965, supuso una decepción para el rey Juan Carlos, que esperaba al heredero. "Cuando nació el príncipe Felipe, las relaciones conyugales de los padres comenzaron un camino de no retorno", escribióPaloma Barrientos en su libro 'Los secretos de la infanta'. "Cristina, la hija mediana, fue tan querida como sus hermanos, pero tal vez recibió menos atención que ellos por parte de los padres, en especial de doña Sofía, que estuvo más implicada en la crianza de sus otros dos hijos. Ello se debió simplemente a una cuestión de organigrama familiar, pero esta circunstancia le confirió cierta 'invisibilidad'".

Esa independencia marcaría su vida a todos los niveles. Para empezar, Cristina estudió una carrera universitaria (Ciencias Políticas y Sociología) muy distinta a la que hubiesen elegido los monarcas. Lo hizo además en la Universidad Complutense de Madrid, un centro mayoritariamente republicano en el que a menudo aparecían pintadas contra la familia Borbón. En el mencionado libro se cuenta que incluso hubo profesores que suspendían a la infanta por ser quien era, y que la susodicha plantó cara a varios de ellos —decisión reivindicativa de la que sus progenitores nunca supieron—. De lo que sí estaban enterados Juan Carlos y Sofía era de la posibilidad de que ETA secuestrara a su segunda hija. Por seguridad no querían que Cristina volviera a las aulas, pero ella volvió a plantarse ante ellos y siguió acudiendo al centro universitario, donde se licenció en 1989.

"Por entonces ya se intuía lo que sería su trayectoria de libertad", dijo Barrientos. "En el palacio de la Zarzuela no se vivía un buen ambiente familiar; la relación conyugal de los reyes comenzaba a ser inexistente y ella decidió escapar de ese entorno. En esa época la prensa empezó a colgarle novios de las casas reinantes europeas, cuando en realidad Cristina prefería a ciudadanos sin corona, como Juanjo Puigcorbé, José Luis Doreste y Alvaro Bultó". Así, con la excusa de que en Madrid no hay mar, recogió sus bártulos y se instaló en Barcelona, donde residía el joven deportista Iñaki Urdangarin, al que conoció en 1996 a través del portero de waterpolo Jesús Rollán, con el que la infanta también mantuvo un escarceo. 

Cal y arena

Iñaki tenía novia cuando empezó a salir con Cristina. De hecho, el que luego se convertiría en su marido no le contó su relación hasta un mes después. En primavera de 1997, ya libre él de ataduras, los tortolitos anunciaron su compromiso oficial. Se casaron en octubre de ese mismo año en Barcelona, y en poco más de un lustro tuvieron juntos cuatro hijos: Juan Valentín (nacido en 1999), Pablo Nicolás (2000), Miguel (2002) e Irene (2005). El suyo parecía un matrimonio bien avenido, y siempre se ha dicho que Iñaki, que en 1999 concluyó la diplomatura en Ciencias Empresariales y al año siguiente abandonó la práctica del balonmano, era el yerno favorito de Juan Carlos. No en vano, el entonces rey pagó parte del famoso palacete de Pedralbes, la mansión de tres plantas que la pareja compró en 2004 en la llamada zona alta de Barcelona y que costó cerca de seis millones de euros.

Cuando Iñaki empezó a ser investigado por el llamado caso Nóos, una trama de desvío de fondos públicos en la que se encausó a los dirigentes del Instituto Nóos, del que el guipuzcoano era presidente, se descubrió que Cristina y él invirtieron en su casa tres millones de euros más en reformas a través de la sociedad Aizóon, cuya propiedad compartían al 50%. Tras estallar el caso, Iñaki fue apartado de la vida oficial de la Casa Real y el matrimonio fijó su residencia en Ginebra (Suiza) con toda la familia, entre otras cosas, para proteger a sus hijos del acoso que habían empezado a sufrir en el colegio de Barcelona al que acudían. 

Como consecuencia de aquella investigación, una infanta de España se vio involucrada por primera vez en un proceso judicial, pues la Audiencia de Palma consideró que Cristina era protagonista de dos delitos fiscales -el juez Castro, instructor del Caso Nóos, consideró que con la información que obraba en su poder cabía considerarla cooperadora por contribuir a defraudar dinero a la Hacienda pública y tener 'conocimiento' o 'representación' del fraude-.

Nueva vida

La infanta salió finalmente absuelta, pero su marido fue condenado en 2018 por fraude y delito fiscal, y declaró que la Casa Real estaba al tanto de sus negocios. Durante su periplo carcelario, Iñaki contó con el amparo y apoyo incondicional de su querida esposa, que se hizo cargo de todos los gastos e incluso pagó el máster de Psicología del coaching que el susodicho realizó por la UNED. En marzo de 2022, el exduque de Palma obtuvo la libertad condicional y se dispuso a comenzar una nueva vida. En este sentido, la revista Lecturas desveló con pruebas gráficas su infidelidad con Ainhoa Armentia, una abogada de Vitoria, casada y con dos hijos, que todavía hoy sigue siendo su pareja. 

Aquella deslealtad destrozó a Cristina, quien seguía enamorada del rubio de Zumárraga a pesar de conocer su tendencia a la infidelidad. Tanto su padre como su hermano Felipe le pidieron varias veces que se separase para no dañar la institución, pero ella les decía que ni de broma iba a hacerlo —"¿Estáis locos? ¿Y qué le digo a mis hijos?", se excusaba—. Más tarde entendió que las humillaciones públicas debían tener consecuencias y que, dado que sus retoños ya eran mayores, la separación era lo mejor para todos. Y a finales de 2023, tras una dura negociación, el exdeportista y ella firmaron el divorcio —parece ser que ambos llegaron a un acuerdo económico para cubrir los gastos de sus hijos, y que se decidió que Iñaki no recibiría indemnización ni pensión—.

Desde su sonada separación, a Cristina no se le ha vuelto a conocer pareja. Algunos cuentan que ahora no tiene ganas de novio, lo que no impide que siga teniendo pretendientes ni que sus amigas de Barcelona intenten presentarle hombres solteros para que rehaga su vida. En estos momentos está bastante centrada en ayudar a sus hijos a planificar su futuro y en su trabajo en la Fundación Aga Khan —donde dirige proyectos de cooperación internacional en países en vía de desarrollo por un salario de 400.000 euros anuales—.

Fría relación

Según algunas personas de su entorno, Cristina es una persona pragmática, cercana y sociable que se lleva especialmente bien con su padre, quien en 2020 se instaló en Abu Dabi para evitar que los escándalos relacionados con sus conductas irregulares dañasen a la Corona. Tanto ella como sus hijos han viajado en varias ocasiones a la capital de los Emiratos Árabes Unidos para pasar tiempo con el abuelo. También mantiene buena relación con su hermana la infanta Elena, que se convirtió en su bastión durante el juicio de Nóos.

Bastante menos confianza tiene con el rey Felipe, del que empezó a distanciarse cuando este contrajo matrimonio con la reina Letizia. Según la periodista Pilar Eyre, Cristina e Iñaki fueron los primeros en conocer su noviazgo, "e incluso fue Iñaki quien compró el anillo de compromiso. En el bautizo de la hija de Cristina, Irene, que se celebró en Zarzuela, la infanta les pidió que alojaran a sus suegros. Letizia se negó en redondo, estaba embarazada y no quería tener bajo su techo a dos personas a las que no conocía. El día de la celebración ambas parejas ya no se dirigieron la palabra".

Eso fue un punto de inflexión, como también lo fue el hecho de que, a raíz de los escándalos de su familia, Felipe optara por anteponer la institución por encima de lazos sanguíneos —decisión secundada por Letizia, garante del futuro de su hija en el trono— y decidiera apartar a sus hermanas de la familia real. La familia lleva años rota y, de hecho, como ha contado Silvia Taulés, Letizia acordó hace un tiempo con el rey que sus dos hijas "debían mantenerse lejos de todos los miembros de su familia que protagonizan en la prensa conflictos, escándalos o, simplemente, artículos de moda".