El imposible triángulo amoroso que protagonizaron la reina Sofía, Harald y Sonia de Noruega y que acabó por una cruel amenaza

En los años 50, doña Sofía tan solo era una jovencita ilusionada que adoraba pasar tiempo con el atractivo heredero de los noruegos. Él problema residía en que él tenía otro interés...

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe digital de Lecturas

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Si este romance adolescente hubiese fructificado, la historia que hoy conocemos sería muy distinta. Si las miradas celestes de Harald de Noruega y Sofía de Grecia hubiesen ido a más, ni Felipe, ni Cristina, ni Elena existirían. Pero una dolorosa negativa dio al traste con uno de los romances más prometedores de la historia ‘royal’. Y todo por una modista. 

Para contar esta historia de amor frustrado, debemos retrotraernos hasta los años 50. Cuando Sofía y Harald eran solo unos adolescentes que se embarcaban en el Agamenón, el crucero ideado por la reina Federica de Grecia, vendido como promoción de las costas helénicas; pero con el interés oculto de poner en contacto a las juventudes casaderas de sangre real. 

Juan Carlos, el príncipe español, acompañado por su hermana mayor, Pilar, también fue en el barco y ahí conoció a la que sería su futura mujer; aunque entonces ninguno mostrara ningún interés en el otro. 

Un primer encuentro en un crucero griego

Entonces, Sofía acababa de salir de la infancia y Harald poseía las cualidades de un príncipe de cuento. Tan alto, rubio y atlético. El heredero de los noruegos había nacido haciendo historia, puesto que era el primer príncipe que venía al mundo en el país desde hacía 500 años. Por lo tanto, fue mimado y alabado desde el segundo uno de su nacimiento.

sofia de grecia
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Cuando el jovencito tuvo la edad de pensar en conocer a una buena chica a la que unir su vida, sus padres creyeron que el crucero griego sería una estupenda ocasión para ello. Aunque lo realmente determinante tuvo lugar en Noruega, cuando los reyes noruegos invitaron a sus homólogos helenos a pasar una temporada en el norte de Europa. 

 

sofia
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Harald se convirtió entonces en el mejor anfitrión para la tímida Sofía. Los dos pasaron muchas horas juntos, y realmente se les veía disfrutar de la compañía del otro. La prensa de entonces hizo correr titulares sobre esta ilusión incipiente. Se los vio reír y bailar, en las fiestas que los monarcas noruegos organizaron para sus invitados, y la relación parecía más que hecha. 

Pero no contaban con un detalle importante que había tenido lugar unos años atrás: la irrupción de Sonia en la vida de Harad. 

¿Cómo conoció Harald a su verdadero amor?

Nuevo salto en el tiempo. Harald de Noruega tiene 15 años y acude a un campamento de verano donde conoce a una chica de su misma edad. Se llama Sonia y no procede de la realeza. Es una chica normal y corriente, que procede de una familia de clase media. Se le da de maravilla coser y hacer diseños. Le encanta que esta sueñe con ejercer de modista y de diseñadora el día de mañana. Hasta ese momento, no ha conocido a nadie como ella y esta le fascina de pies a cabeza. El príncipe no puede pensar en otra cosa. La frescura de Sonia lo llena todo. 

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Tras esas semanas juntos en el campamento, los enamorados se despiden con lágrimas en los ojos, pero con la promesa de mantener viva su relación a través de la correspondencia. Se juran escribirse cada día. Contarse todo lo que han hecho y decirse lo mucho que se quieren. Y cumplen cada palabra de esta, y lo hacen sin desvelar nada a sus respectivos padres. 

Cuando Harald vive sus encuentros con Sofía, él ya tiene en la cabeza a Sonia y le debe lealtad. Pero eso la griega no lo sabe. El noviazgo del príncipe y la modista es secreto, por lo que sus padres aún creen que es posible establecer vínculos con otras familias reales. 

Los padres de ambos buscaban casarles

La reina Federica está entusiasmada con la idea de que su hija mayor vaya a enlazar con el heredero de los noruegos. Es una Casa Real potente y destacada. Jamás hubiera imaginado un pretendiente mejor para su primogénita. 

Las crónicas de la época se hace eco de esos encuentros entre Harald y Sofía en Oslo y estos llegan a los oídos de Sonia, que lo vive como un ultraje y un engaño. Se siente desdichada y utilizada, cuando la realidad es que su novio jamás ha querido tener nada con la princesa griega. Solo la quiere a ella. Y así se lo hace saber. 

La amenaza de Sonia de Noruega

Sonia no atiende a razones. Ha soportado mucho, pero esta humillación la vive como la peor de todas. Necesita un compromiso serio o si no… acabará con su vida. La amenaza de suicidio hiela la sangre de su enamorado que, por primera vez, actúa con valentía y determinación. Este habla claro con sus progenitores y les desliza que si no es Sonia no será ninguna. 

sofia juan carlos
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No permitiré que una costurera sea reina de Noruega”. El rey Olav era tajante. No quería saber nada de esta obsesión, que él consideraba pasajera. Pero de pasajera, nada. Harald tenía muy claro a quién quería y con quién deseaba pasar el resto de su vida. Y esa persona no tenía ningún título nobiliario. 

Un ultimátum que les pone contra las cuerdas

Ya no había marcha atrás. Sonia le había dado un ultimátum a él y él se lo daba a sus padres. “O Sonia o nadie”. Si Harald perdía al gran amor de su vida, Noruega también perdería a un príncipe. Le estaban empujando a rechazar sus derechos dinásticos. Ante semejante disyuntiva, a Olaf no le quedó otra que dar su beneplácito. 

¿Y Sofía? En la biografía que Pilar Urbano escribió a la reina emérita se decía: “Sé que hubo muchos intereses para casarnos, se provocaron encuentros, se hicieron cábalas… pero el resultado de ese emparejamiento forzoso fue nulo”. Emparejamiento forzoso, dice la madre de Felipe, que deja entrever que si Harald no parecía conforme con la idea de la unión, ella menos. 

La historia ya sabemos cómo acabó. Sofía y Juan Carlos coincidieron en la boda de unos primos, se sentaron juntos durante el banquete y ella quedó prendada por el sentido del humor y el descaro del español. El mismo descaro que después tanto la haría padecer, pero esa ya es otra historia.