La humillante frase que el rey Juan Carlos dijo delante de la reina Sofía y que revelaba su relación con Marta Gayá

Su relación fue un secreto a voces a principios de los años 80 en la alta sociedad mallorquina, en el mundo de la vela y en las redacciones de los medios de la isla, aunque no se hizo pública hasta 1992

Montse Jolis
Montse Jolis

Periodista especializada en corazón y sociedad

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Mucho antes de que Corinna Larsen apareciera en nuestras vidas y le complicara la existencia al entonces rey Juan Carlos I, hubo una mujer, la mallorquina Marta Gayá (76 años), que ocupó el corazón del monarca. Con ella, Juan Carlos llegó a confesar que "nunca había sido tan feliz", por lo que jamás renunció a su amor y, con los años, a su amistad entrañable.

Separada de un ingeniero malagueño

Marta Gayá, nacida en 1948 en Palma de Mallorca, es hija de un empresario hotelero mallorquín, Fernando Gayá, y tiene una hermana, María Victoria, a la que llaman Chiqui, a la que está muy unida. María Victoria se casó con el urólogo Mariano Rosselló y el hijo de ambos, Mariano Rosselló Gayá ha seguido los pasos de su padre en el campo de la medicina. Marta Gayá se casó muy joven con el ingeniero malagueño Juan Mena, que trabajaba para su padre, pero su matrimonio apenas duró cuatro años y nunca más se volvió a casar. Marta Gayá ha pertenecido siempre a la alta sociedad mallorquina y no tiene problemas económicos, ya que la herencia que le dejó su padre le ha permitido vivir cómodamente entre Suiza y Palma de Mallorca.

Marta Gayá

Marta Gayá, en 2017.

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Su amistad con el rey Juan Carlos se remonta a más de 40 años atrás. A principios de los años 80, uno de los mejores amigos de Juan Carlos, príncipe Zourab Tchokotua, amigo a su vez de Marta Gayá, se acercó a ella en el Club de Mar de Palma y le dijo: "Un amigo mío quiere conocerte". Tchokotua, que nunca fue príncipe, pero sí pertenecía a la alta sociedad georgiana, había conocido a Juan Carlos durante la estancia de ambos en Suiza y entablaron una amistad que perduró hasta finales de los 80. Tchokotua se casó con una mallorquina, Marieta Salas, hija del empresario Pedro Salas, y fue uno de los personajes más cercanos a Juan Carlos en esa corte mallorquina que rodeaba al monarca durante sus veranos en Marivent. Tchokotua falleció en 2019, a los 82 años, a causa de una leucemia.

El silencio cómplice de la prensa

En esos veranos mallorquines de la familia real, y al margen de las fotos oficiales que todos los años ofrecían a la prensa –el posado en Marivent, las regatas en la bahía de Palma, la recepción de autoridades de la isla o el despacho con el presidente del gobierno de turno–, el rey Juan Carlos vivía una libertad insospechada, gracias al silencio cómplice de la prensa. En los años 80 era vox populi la amistad del monarca con Marta Gayá, tanto en la alta sociedad mallorquina, en el mundo de la vela y en las redacciones de los medios locales. Pero no fue hasta 1992 que el nombre de la mallorquina saltó a los medios de comunicación, primero en la prensa francesa y en la revista Época después bajo el título 'La dama del rumor'.

Sus primeros encuentros se producían en Mallorca, en casa de José Luis de Vilallonga, pero también se citaban en un fabuloso ático que Marta Gayá adquirió en Madrid, o en Suiza, país en el que vive actualmente Marta. La discreción fue siempre el gran valor de Marta, una cualidad que, precisamente, no tenía el mismísimo Juan Carlos. En una cena en el Club Náutico de Palma, hizo su entrada Marta Gayá acompañada de sus padres. El rey Juan Carlos se levantó y dijo a los comensales que le acompañaban, entre ellos la reina Sofía: "Voy a saludar a mis suegros". Fue una humillación más, una de tantas, que tuvo que sufrir la Reina en su matrimonio.

Marta Gayá

Marta Gayá siempre se ha caracterizado por su discreción.

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"Cuidado,  Majestad'

Claro que esa libertad de la que el rey Juan Carlos gozaba en Mallorca acabó pasándole factura. Años antes del famoso 'Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir', pronunciado por Juan Carlos tras el incidente de Bostwana, el entonces secretario de la casa real, el general Sabino Fernández Campo, ya le había advertido de que sus andanzas, tarde o temprano, saldrían a la luz. "Cuidado, Majestad", le solía aconsejar, pero Juan Carlos no le hizo ningún caso.

Juan Carlos

Juan Carlos, en sus veranos mallorquines.

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"El Rey no está"

En junio de 1992, cuando el monarca debía haber firmado la sustitución del ministro Fernández Ordóñez –enfermo, falleció unos meses después–, Juan Carlos no se encontraba en España. Felipe González, que era el presidente del Gobierno, tuvo que salir al paso diciendo: "El Rey no está". ¿Cómo era posible que el Rey se ausentara de sus obligaciones como jefe del estado, así, sin más? Posteriormente, se supo que Juan Carlos estaba en Suiza. Primero se dijo que en una clínica haciéndose un tratamiento, después se supo que estaba "con una amiga" para que, finalmente, se supiera que esa amiga era Marta Gayá.

Desde que se conocieron, Marta Gaya se convirtió en la amiga más entrañable (mucho más que Corinna), más discreta (mucho más que Corinna) y más leal (mucho más que Corinna) de Juan Carlos. Se dice que Marta Gayá ha sido una de las visitantes más asiduas de Juan Carlos en su exilio de Abu Dabi, porque aunque su historia de amor se acabara cuando irrumpió la princesa alemana en la vida del monarca, quedó el poso de una amistad forjada durante más de cuarenta años.

"Es una gran anfitriona"

De ella, el periodista balear Esteban Mercer ha dicho: "Navegar es una de las principales aficiones de la dama, de ahí que luzca siempre un moreno perfecto. Hace deporte a diario y cuida su alimentación con esmero. Apenas prueba el alcohol, aunque sí tiene botellas de vino de Rioja personalizadas con sus iniciales pintadas en oro sobre la etiqueta que sirve a sus invitados. Es una gran anfitriona que cuida de todos los detalles y que se desvive para que sus invitados se sientan en casa. Durante el día es habitual verla en traje de baño, cubrirse con un caftán para el almuerzo y recoger su pelo en una coleta. Para las noches de cena o fiesta con amigos destaca siempre por su elegancia, le gusta la moda, adora los complementos vistosos y se maquilla lo justo. Suele retirarse a dormir a las doce en punto: cumple a rajatabla los horarios que se impone".

Sin duda, un retrato muy ajustado de la mujer que ha sabido llevar su historia de amor con una absoluta elegancia y discreción. Nadie podrá decir de ella que se ha aprovechado de su amistad con el monarca –nunca le pidió nada– ni tampoco que haya protagonizado un escándalo. Marta Gayá nunca quiso ser el foco de atención y esa ha sido siempre su actitud.