Si algo les preocupa a Harry y Meghan es su seguridad y la de su hijo. Los duques de Sussex están rodeados constantemente de medidas con las que protegerse y nunca les parecen suficientes. A esto hay que unir su obsesión por la privacidad. Si algo caracteriza a Harry y Meghan es que quieren llevar su vida privada lejos del foco mediático y su intención es que el pequeño Archie Harrison crezca en un entorno lo más rutinario posible y alejado de los medios de comunicación. Para conseguir todo esto siempre están implantando ideas que en ocasiones pueden resultar exageradas pero que a ellos les permiten vivir más tranquilos.
La última tiene que ver con su casa. El príncipe Harry y Meghan Markle viven en Frogmore Cottage, una vivienda que está muy cerca del castillo de Windsor. Son muchos los curiosos que cada día se acercan a ver lo que se cuece por allí y hay tres días al año en los que se abren las puertas a los ciudadanos para que visiten los terrenos cercanos. Esto es algo que los duques de Sussex no llevan demasiado bien. Por eso hace un año realizaron reformas en su hogar entre las que pusieron nuevas medidas de seguridad. Unas reformas que fueron objeto de críticas por el elevado coste, un dinero que gastaron de los fondos públicos. Pero ellos no se han cortado y ahora han hecho una nueva obra.
Los duques de Sussex han puesto una tercera valla para rodear su casa. Se trata de un vallado de madera con el que hacen todavía más difícil poder ver lo que hay de las vallas hacia adentro y con el que resulta casi imposible acceder a la vivienda. Además a Harry y Meghan les gusta hacer vida en el jardín y teniendo tantos vallados es la única forma en la que pueden disfrutar de forma más o menos tranquila.