Guillermo y Máxima de los Países Bajos siguen la estela del príncipe Harry y Meghan Markle a la hora de poner los puntos sobre las íes a los medios de comunicación. Los monarcas holandeses no solo han lanzado una advertencia, sino que también la han cumplido, sentando precedente y poniendo en aviso al resto de la prensa del país.
El pasado mes de diciembre, con motivo de la celebración del un musical El monasterio de Navidad, coescrito y dirigido por la princesa Amalia y su inseparable amigo Brent Meelhuysen, los monarcas holandeses pidieron la máxima discreción considerando la cita un evento totalmente privado y familiar. Sin embargo, su primogénita se vio envuelta en una de sus primeras polémicas recién estrenados los 16 años. Pese a que la gran mayoría de los medios de comunicación respetaron las indicaciones reales y no publicaron fotos del acto, sí hubo una cadena que emitió un vídeo de la familia dentro del teatro, concretamente el programa RTL Boulevard, a través de su experto en casas reales Marc van den Linden.
El asunto no hubiera pasado a mayores si no fuera por el código de conducta impuesto por Guillermo y Máxima hace unos años a la prensa holandesa. Se trata de una normativa que, a pesar de no ser de obligado cumplimiento, sí que es aconsejable tener en cuenta en todo momento. El motivo es que, si no se respetan los momentos privados y familiares de los reyes y sus hijas, es posible que luego esos medios no tengan acceso a los actos y posados públicos protagonizados por la Familia Real.
Y así se ha cumplido. El nombrado programa de televisión y su redactor no tendrán acceso al posado en la nieve que la familia realiza todos los años, previsto para mediados del próximo mes de febrero. Un toque de atención público con el que pretenden advertir al resto de medios, para que no les quede duda de lo que se puede cubrir y lo que no.
No se trata de la primera vez que Guillermo y Máxima de los Países Bajos tienen un desencuentro con algún medio. Fue en primavera de 2019 cuando, mientras disfrutaban de la Feria de Abril en Sevilla, los soberanos pidieron que se eliminaran unos vídeos que circulaban en los que se veía a sus hijas bailando flamenco. La prensa holandesa vio esta "prohibición" muy injusta teniendo en cuenta que desde España se pudo cubrir la visita sin ningún tipo de restricción.
Años antes, la princesa Amalia era fotografiada durante un partido de hockey, y los reyes no dudaron en denunciar a la revista que publicó las imágenes. Aunque la indemnización fue simbólica -de 1.000 euros-, fue más que significativa, ya que el juez dio la razón a los reyes alegando que la princesa también tiene derecho a preservar su intimidad en sus actividades privadas.