Cuando la infanta Elena se casó con Jaime de Marichalar, sobre su cabeza reposaba una tiara que no tenía nada que ver con su herencia borbónica. Esto habría sido lo esperable, dado que ella era una infanta y que nuestra Casa Real posee una impresionante colección de joyas privadas. Pero no. Ese día de marzo de 1995, la hija mayor de los Reyes no pidió prestado nada a la reina Sofía. La que tuvo el gesto más generoso de la jornada fue María Concepción Sáenz de Tejada, la madre del novio.
En el gran día del enlace, la madrina se desprendió de uno de sus bienes familiares más preciados. Se trataba de la tiara Marichalar, una joya que llevaba un par de generaciones en la familia, y que, antes de estar en su poder, había sido lucida por la abuela del novio.
La pieza, que acabó como regalo para la hija de los Reyes, es una creación de la joyería Ansorena, que consta de una doble tiara, de gusto neoclásico y con motivos helénicos, realizada en platino y brillantes. Sáenz de Tejada la llevó en su boda y quiso que su nuera repitiera su ritual. A ella le había dado mucha suerte en su matrimonio y confió en que también lo hiciera para su hijo y la infanta.
La boda de la infanta Elena, la primera vez que esta lució 'la Marichalar'
Aquel 18 de marzo de 1995, Elena se coronó. Muchos pensaban que esta llevaría algo del lote personal de su madre, no de las joyas de pasar, puesto que estas solo son accesibles para reinas y consortes, pero sí algo de la colección privada de doña Sofía. La sorpresa fue mayúscula cuando apareció por el Alcázar Real sevillano luciendo una joya de su familia política, cuyo valor ha sido calculado en torno a los 80.000 euros.
Con este gesto, Elena clamaba por su libertad e independencia. Ya no quería ser solo la hija de los Reyes, auspiciada bajo su ala; sino una joven que empieza su propia vida, lejos del amparo paterno. Usar una pieza de la familia de su marido significaba, en cierto modo, desligarse de los vínculos anteriores, tomar sus propias decisiones y andar su propio camino.
Un regalo permanente y para sus futuras hijas
No fue una cesión temporal. María Concepción Sáenz de Tejada quiso tener este detalle para con su nuera sin poner una fecha de vuelta. La tiara Marichalar, a partir de entonces, se quedaría en la nueva familia que iba a montar su hijo Jaime. La primera que la luciría sería su nuera, la infanta Elena; para, a continuación, ser heredada por la futura descendencia de estos.
Esta ha sido la joya a la que Elena ha sacado más partido de todo su impresionante joyero. La pieza es de lo más versátil, puesto que puede ser desmontada para parecer más sencilla o menos, según convenga. Sabiendo esto, la infanta le sacó el máximo partido y la llevó tanto en cenas de estado, como la de 1999 junto a Rania de Jordania y el rey Abdalá; como en bodas de otros miembros de la realeza, tales como la de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson.
Sin embargo, en 2007 se produce la gran crisis del matrimonio de la infanta y su marido. Tras meses de especulaciones, Casa Real acaba emitiendo un comunicado en el que se confirma que los rumores son ciertos. La pareja se encuentra atravesando un mal momento, y al equipo de comunicación de Zarzuela no le queda otra que emitir un comunicado cargado de eufemismos, en el que leemos, por primera vez, el concepto “cese temporal de la convivencia” para decir que lo suyo estaba completamente roto.
¿Qué pasó con la tiara tras el divorcio?
Elena y Jaime tardan dos años en firmar los papeles de divorcio. En este tiempo, por supuesto, no hacen vida juntos y se confirma que lo suyo, de temporal, no tenía nada. Entonces, a los expertos en joyas se les planteó una gran duda, ¿qué pasaría con la tiara Marichalar? Si ya no eran matrimonio, ¿debía Elena devolver la joya a la familia de su ex?
Fue el gran interrogante que sobrevoló a la infanta Elena durante años pero del que ella misma nos sacó de dudas cuando, en 2010, la hija mayor de Sofía y Juan Carlos acudió a la boda de Victoria de Suecia y Daniel Westling luciendo la tiara. Ya no había dudas. La corona seguía en manos de Elena. Romper su matrimonio con Marichalar no la había hecho inmerecedora de la pieza.
Sin embargo, años más tarde, el misterio volvió a rodear a la pieza. Y es que, cuando en 2018 se casó Blanca, nieta de María Concepción Sáez de Tejada y sobrina de Jaime, lo hizo usando la corona de la familia. Después, fue su hermana Inés quien dio el ‘sí, quiero’ usándola. Las dos son hijas de Amalio, el hermano mayor de la familia, y muchos han creído que Elena la había devuelto a los Marichalar, aunque esto no parece del todo probable...
Y es que, teniendo en cuenta que Elena y Jaime tuvieron un hijo, Felipe Juan Froilán, y una hija, Victoria Federica, es esperable que, el día de mañana, esta también emplee la gran herencia que le dejó su abuela vía su propia madre. Una posible —y futura— boda de la veinteañera (que aún no tiene pareja) sería la ocasión perfecta para que la Marichalar volviera a brillar como hace 20 años. Y quien sabe, puede que esta vez sí que ofrezca buena suerte en el matrimonio a su portadora.