Las fotos exclusivas del encuentro de Iñaki Urdangarin con la infanta Cristina y su hija Irene ha causado una gran expectación. El exduque de Palma hacía un largo viaje en coche desde Vitoria para recuperar el cariño de su preferida. Pasaba una semana en la ciudad suiza en la que ha concentrado todas sus energías en hacer las paces con su hija pequeña. Pero este, tal como ha contado Pilar Eyre y ha dejado patente también el amplio reportaje fotográfico que ha visto la luz en las páginas de nuestra revista, no era el único objetivo que se había marcado Iñaki en su agenda para esos días. La bloguera de Lecturas ha diseccionado con todo lujo de detalles el momento tenso que posiblemente llevaban evitando el aún matrimonio: la conversación que ha sentado los puntos que marcaran su relación a partir de ahora.
Iñaki Urdangarin ha conseguido reconciliarse con su hija Irene, su preferida, gracias la actitud generosa de la infanta Cristina. La cuñada de Letizia se hacía a un lado y dejaba la vivienda familiar a disposición de su todavía marido para que pudiera pasar tiempo de calidad con la benjamina de la familia. Antes, sin embargo, ambos afrontaron el cara a cara más complicado, sobre el que Pilar Eyre ha dado todos los detalles, en exclusiva.
La herida emocional que Iñaki ha ocasionado a su todavía mujer es de las que tardan en curarse. Tal como la propia infanta contó a nuestra revista, ni perdona ni tiene en mente una reconciliación. Se encuentra concentrada en reponerse de esta tremenda traición que fue descubrir a través de Lecturas que el corazón de su marido lo ocupaba otra mujer, su actual pareja Ainhoa Armentia. "La separación era irreversible y el divorcio inevitable. Nos lo dijo la propia infanta", escribe Pilar Eyre.
Ni sonrisas ni gestos de cariño
La actitud de ambos nada más verse, era la esperada de una pareja que ha visto todo su mundo en común hecho añicos, pero que se han puesto como misión proceder de la mejor manera pensando en sus hijos, su prioridad ahora mismo. "Nada más desembarcar en el aeropuerto, Iñaki y Cristina se encontraron en una calle céntrica de Ginebra, no intercambiaron ni siquiera un beso de saludo y fueron caminando tranquilamente hasta el hotel Four Seasons, donde tomaron un café y sentaron las bases de la que será su situación a partir de ahora", nos descubre Eyre en las páginas de Lecturas. "No hubo gestos de cariño, tampoco de disgusto", continúa, "no se tocaron en ningún momento, se mantuvieron distantes, con expresión seria, sin saber que los estaban fotografiando". Y subraya: "¡No hubo ni una sonrisa! En esa conversación pusieron los mimbres de su vida futura. Una vida ya por separado".
Pilar Eyre señala con firmeza lo excepcional y significativo de este encuentro: "Fue una conversación importante, imprescindible para diseñar su porvenir y el de sus hijos". El trance pasó. Y aquella jornada ya imborrable se convirtió en el día siguiente, cuando "la infanta abandonó su domicilio, ya que no quiere vivir bajo el mismo techo que Iñaki ni un segundo más de lo imprescindible, pues sigue siendo una mujer dolida y engañada. "Yo no he fallado”, suele repetir", recuerda nuestra bloguera. Como el río Ródano el día que transcurren tranquilas, cada uno siguió con su vida, "Iñaki intentado normalizar esta visita a Suiza comportándose como un padre de familia cualquiera" y Cristina, refugiada en su hijo "y en sus amistades de siempre", pero con las heridas aún abiertas.