La princesa Charlotte (8 años) parecía sacada del mejor cuento de hadas. Un sueño. El look idílico con el que todo niño o niña apasionado con esta clase de historias podría imaginar. No le faltaba detalle: pequeña diadema enjoyada, capa y vestido evasé... De película Disney. Y, a su lado, su madre, la princesa de Gales, Kate Middleton, una plebeya que llegará a ser reina. Eso sí que es una narración digna de los hermanos Grimm.
La niña, con gesto serio y muy responsable, conocedora de su importante papel en este día, entraba en la Abadía de Westminster siguiendo los pasos de sus padres y sin separarse de su hermanito pequeño, Louis (5 años), a quien, una vez dentro, le ha dado la mano. Quizás buscando tranquilizarse mutuamente, quizás mostrarle apoyo. No es fácil para un niño de esta edad hacer frente a un acto de este tipo.
Charlotte, o Carlota, viste una creación de una de las firmas fetiche de su madre, Alexander McQueen. Un vestido con líneas rectas, minimalistas y puras. Encima, una elegantísima capa con pequeños bordados en el frontal y cuello mao, a juego con el look de su hermano pequeño. Los brocados recordaban a los dibujos florales de la diadema que ha usado. El cabello, recogido en un moño trenzado, raya en medio y el precioso tocado que recordaba a una versión ‘mini’ de la tiara de su progenitora.
Por su parte, Louis, como contrapunto oscuro de su hermana y de su madre, en guiño a su padre, ha llevado un traje de la firma Dege and Skinner, cuello mao y abotonadura frontal muy elegante.
Los principitos de Gales, de la solemnidad al aburrimiento
Mientras que, como decimos, Charlotte ha estado muy seria y solemne las dos horas de la ceremonia, sus hermanos, algo más nerviosos que ella, se han aburrido sobremanera. Las cámaras no paraban de mostrar el tedio que estaba suponiendo todo el acto para el mayor de los tres, George (9 años), ¡y eso que él tenía papel destacado! El jovencito era uno de los pajes de honor, encargados de llevar la túnica real que vestía su abuelo. Tras esto, ha permanecido muy cerca de los monarcas, siguiendo de cerca la homilía.
Pero si había un miembro de los hijos de Kate y Guillermo que se ha aburrido a lo largo de estas dos horas de celebración, ese ha sido el más pequeño de la familia. Louis ya miraba al techo, ya le mostraba a su hermana lo que había descubierto. Y cuando no lograba distraerla… a bostezar. El niño siempre ofrece la cara más divertida y natural de esta familia pluscuanperfecta. Solo hay que recordar todas sus muecas durante el último jubileo, que lejos de molestar a su bisabuela Isabel II, le divirtieron muchísimo. A su madre, menos.
Los niños, parte importante del saludo de la familia real
Los pequeños, como miembros de la familia real que son, han participado en el cortejo real hasta Buckingham. Han viajado en carroza junto a sus padres y, tras ello, se han asomado al balcón del palacio.
George ha estado junto al resto de pajes, muy cerca de los reyes, mientras que sus dos hermanos han estado junto a sus padres y al resto de miembros de la familia real que sí han tenido el privilegio de salir al balcón, a diferencia de los príncipes Harry y Andrés. Louis y Charlotte han estado ensimismados con el acto. El más pequeño de todos se apoyaba en la construcción y hacía gestos con sus pequeños dedos, nervioso por el momento. Su hermana, mucho más serena, no se perdía nada de este importante saludo. Importante para ella y para la historia.