La vida de Charlene Wittstock daba un giro de 180º hace hoy 11 años cuando después de dos años de romance contrajo matrimonio con Alberto de Mónaco en una boda que daba la vuelta al mundo, una celebración dividida en dos intensos días que dejaba infinidad de imágenes para el recuerdo.
Es imposible olvidar a aquella imagen emocionada de Charlene que provocaron que muchos la bautizaran como "la princesa triste", un apelativo que todavía le persigue hasta nuestros días. Una década después, las dudas sobre su matrimonio persisten, sospechas que se han incrementado a lo largo del último año en el que la exnadadora ha sufrido mucho a consecuencia de la enfermedad que le obligó a estar lejos de sus hijos y su marido durante meses.
Ya de vuelta en casa y habiendo recuperado parte de su agenda institucional, Charlene y Alberto se muestran más unidos y enamorados que nunca ajenos a la cantidad de informaciones que aseguran que la sudafricana habría firmado un contrato millonario para seguir al lado del hermano de Carolina de Mónaco.
Por el momento, ninguno de los protagonistas ha hecho referencia a este día públicamente y poco o nada se sabe del tipo de celebración que hacen. Fue hace un año cuando Charlene eligió su perfil de Instagram para felicitar a su marido públicamente con un mensaje muy breve: "Feliz aniversario, Alberto. Gracias por la bendición que son nuestros preciosos hijos", escribía. Y es que la exnadadora vive los vientos por Jacques y Gabriella, su auténtica medicina.
A lo largo de estos años, Charlene ha sabido perfilar a su gusto su labor en el Principado. Sus apariciones se limitan a actos deportivos y se le sigue echando en falta en citas tan relevantes como el Baile de la Rosa que tendrá lugar la próxima semana y de asistir signifique su reencuentro ante las cámaras con toda la familia Grimaldi.