Más allá del título de reinas o de princesas, a las royals europeas se les otorgan otros títulos que no son oficiales pero que son fiel reflejo de su carácter o de las situaciones que les rodean. Uno de los más sonados se refiere a Charlene de Mónaco (45 años). Desde que comenzó su relación con el príncipe Alberto, se ganó el título de ‘la princesa triste’. Algo que incrementó con las lágrimas que derramó en su boda y que ha aumentado con el paso de los años debido a la actitud que ha mostrado en público en más de una ocasión, donde la ausencia de su sonrisa ha sido lo más comentado.
Pero no es el único título que se le puede atribuir a Charlene de Mónaco. Hay una clara diferencia que tiene con el resto de royals europeas que le lleva a convertirse en ‘la princesa repudiada’. Se trata de su casi nula relación con el resto de mujeres de las realezas europeas. Desde que empezó a formar parte de la familia real de Mónaco y hasta hoy, han sido muy pocas las veces que se le ha podido ver junto a las mujeres con las que comparte eso de haber llegado a una familia real y haberse convertido en princesas o reinas. Algo a lo que hay que añadir la mala relación que tendría con sus cuñadas.
Charlene de Mónaco, la más distante de las reinas y princesas europeas
La última vez que se pudo ver a Charlene de Mónaco en un encuentro con el resto de miembros de las realezas europeas fue hace casi un año, cuando se celebró el funeral de Isabel II al que acudieron representantes de todas las casas reales. Al buscar imágenes en las que aparezca con doña Letizia, para encontrar las últimas que aparecen hay que remontarse al año 2013, cuando coincidieron en El Vaticano.
Letizia y Charlene.
Sin embargo, su marido Alberto de Mónaco sí que protagoniza imágenes junto a otros miembros de las monarquías europeas. Cuando su agenda lo indica, hace viajes en los que se reencuentra con príncipes y reyes con los que vive encuentros de los que hacen gala. En el caso de su relación con la familia real española, fue en octubre del año pasado cuando el príncipe Alberto viajó hasta Madrid y acudió a Zarzuela para mantener un encuentro de trabajo junto al rey Felipe. Pero de Charlene de Mónaco, no hubo ni rastro.
El hecho de que apenas viaje a otros eventos en los que otras royals sí se dan cita o que no acompañe a su marido en estas visitas a miembros de las realezas europeas, lleva a que apenas tenga relación con otras reinas y princesas como Letizia, Máxima de Holanda, Mary de Dinamarca, Mette-Marit de Noruega, Matilde de Bélgica, Kate Middleton o Rania de Jordania. Ellas sí que protagonizan varios encuentros a lo largo de cada año, dejando imágenes con las que dan muestra de su complicidad, protagonizan duelos de estilo e incluso se muestran su apoyo en momentos complicados.
El apoyo que hay entre las reinas y princesas europeas
La última muestra, está en cómo algunas como la reina Letizia o Máxima de Holanda, han tenido gestos de apoyo hacia Mary de Dinamarca después de que la revista Lecturas publicara en exclusiva las fotos de Federico de Dinamarca con Genoveva Casanova en Madrid. Cuando las fotos vieron la luz, Letizia se encontraba en Dinamarca y en su aparición conjunta con Mary, tuvo gestos con los que dio buena cuenta de su apoyo. En esos días Máxima de Holanda rescató de su vestidor un vestido que también tiene Mary. Un guiño con el que también cerró filas con ella.
Letizia y Mary Donaldson
Los malos momentos de Charlene de Mónaco sin apoyo de otras royals
Del lado contrario, con Charlene de Mónaco no sucede esto. Algo que resulta de lo más significativo teniendo en cuenta que es una de las que se conoce que peor lo ha pasado. Su angustia al celebrar su boda con el príncipe Alberto de Mónaco, el problema de salud que sufrió hace un par de años y que le mantuvo unos meses separada de su familia en Sudáfrica, los rumores de su mala relación con su cuñada Carolina de Mónaco… Todas estas son situaciones en las que quizás, si tuviera una relación más fluida con otras reinas y princesas, se podría apoyar en ellas. Pero además de ser ‘la princesa triste’, esta actitud le ha valido ese título de ‘princesa repudiada’ del que las demás sí que han sabido desmarcarse por completo.