La noche de este martes conseguía, por fin, juntar en la Ópera Garnier de Mónaco a la princesa Carolina y a su hija, Carlota Casiraghi. ¿El motivo? La entrega de los Premios Príncipe Pierre, una cita que ambas royals presidieron recordando los viejos tiempos en los que eran claras protagonistas de los grandes eventos del Principado.
Madre e hija aparecieron en la velada bien protegidas con mascarillas: la princesa con un modelo en negro con el escudo del Principado, y la joven Carlota con una quirúrgica. Ambas volvieron a recordar por qué siempre han ocupado los puestos más altos en las listas de las más estilosas.
La princesa Carolina acudía a la cita con un vestido negro estampado que representaba la sofisticación y el glamour más puro gracias al satén con el que está confeccionado. Un diseño en negro de manga corta con hombros muy marcados y corte midi. Su falda luce un original bordado en tonos verde manzana y cobre, que le aportaban modernidad a la pieza.
La hermana de Alberto de Mónaco combinaba su vestido con unos zapatos de tacón de tiras cruzadas en el empeine y un clutch adornado con piedras bordadas en los mismos tonos que la falda del vestido. Para completar el look, una gargantilla dorada para terminar de dar luz a la parte superior del conjunto.
Por su parte, la bella Carlota, que lleva un tiempo alejada de los focos mediáticos y centrada en su vida familiar, optaba por un vestido de estampado de leopardo, largo y vaporoso, con una gran lazada al cuello y manga larga de la firma valorado en poco más de 2.000 euros.
A pesar del estampado tan atrevido, la sobrina de la princesa Estefanía conseguía un efecto de elegancia innata pero desenfadada que tanto la caracteriza. La joven remataba su estilismo con unas sandalias atadas al tobillo de empeine cerrado, un abrigo negro de estilo masculino y sus uñas pintadas en tono granate.
[Imágenes: Gouvernement Monaco]