Carolina de Mónaco y Carlos III: el romance "obligado" que truncó su gran sueño de ser reina

Carolina de Mónaco tuvo en su mano la posibilidad de convertirse en Reina de Inglaterra, un sueño que echó a un lado por amor.

Rebeca Alonso

Redactora digital de Lecturas

Actualizado a 8 de octubre de 2024, 11:49

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Los polémicos audios del rey Juan Carlos en los que habla abiertamente de su relación con la reina Sofía y cómo se fraguó su matrimonio, ha colocado en el disparadero a todos los reyes europeos. ¿Amor o conveniencia? 

Resulta llamativo que todavía en el siglo XX se organizaran matrimonios en busca de una buena imagen y, como no, del porvenir de la Corona. Es imposible olvidar el caso de Carlos III y Lady Di, que terminó de la forma más trágica posible. No obstante, hubo situaciones como en el caso de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, Constantino y Ana María de Grecia o Harald y Sonia de Noruega en las que prevaleció el amor por encima de todo. 

La historia de amor frustrada de Carolina de Mónaco y Carlos de Inglaterra

Durante años, Carolina de Mónaco era considerada una de las jóvenes más deseadas del panorama royal. La primogénita de Rainiero y Grace Kelly era guapa, tenía estilo y pertenecía a una familia aristócrata. ¿Qué más se podía pedir? Hombres de todo el mundo aclamaban su atención, no obstante, su padre, consciente de que nunca reinaría en el Principado, tenía otros planes más ambiciosos para ella que se alejaban por completo del ideal de historia de amor. 

Aunque lo cierto es que ella nunca ha hablado abiertamente de esta etapa, durante años su familia le organizó citas con príncipes europeos. En una de estas múltiples salidas, la princesa de 20 años conoció a Carlos de Inglaterra. Los encuentros entre ellos se multiplicaron durante la década de los 70' provocando que los rumores de una relación sentimental entre ellos. ¿Carolina de Mónaco, futura Reina de Inglaterra?, era una absoluta fantasía. 

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Lejos de esconderse, Carlos viajaba a Mónaco con frecuencia y en muchas de esas salidas se sumaba el príncipe Alberto, quizás para frenar los rumores y dar normalidad a la situación. No obstante, la historia entre ellos se desvaneció muy pronto a pesar de que el hijo de Isabel II llegó a reconocerle a su grupo de amigos más íntimos que Carolina era "la única posibilidad" que tenía. 

Sin embargo, al mismo tiempo que la prensa fotografiaba a Carolina y Carlos, y hablaba de su hipotética historia de amor, la hija de Grace Kelly se había enamorado de Philippe Junot, un empresario plebeyo 17 años mayor que ella que resquebrajó para siempre el sueño de Rainiero de ver convertida a su hija en Reina, y con el que se casó en 1978 desoyendo por completo los consejos de su progenitor. 

Desde entonces, y ya han pasado más de 50 años, son escasas las veces en las que hemos vuelto a ver a Carolina de Mónaco y Carlos de Inglaterra compartiendo tiempo y espacio. De hecho, llamó la atención que la princesa no acudiera a la Coronación teniendo en cuenta que su vínculo era mucho más que institucional. Las malas lenguas aseguran que el británico se sintió menospreciado y engañado por ella aunque no le guarda rencor. 

Lo demás es historia... Carolina se divorció solo dos años después, tiempo en el que conoció al que sería el gran amor de su vida: Stéfano Casiraghi. Tras un largo noviazgo, la pareja se dio el 'sí, quiero' en una boda íntima con apenas 30 invitados en 1983. Dos años antes fue el propio Carlos quien contrajo matrimonio con una jovencísima Diana Spencer. Mientras que la relación de Carolina y Stéfano terminó de la forma más trágica, la muerte de él en un accidente en 1990, lo de Carlos y Lady Di no se quedó atrás. Un polémico divorcio y una muerte que conmocionó al mundo. 

Su vida sentimental no terminó ahí. Carlos cumplió su sueño de vivir su gran historia de amor con Camila Parker hasta convertirla en Reina de Inglaterra y Carolina rehizo su vida al lado de Ernesto de Hannover, un matrimonio completamente roto del que nació su hija Alexandra. Sin duda, dos vidas muy intensas cuyo futuro podría haber sido muy distinto si Carolina hubiera aceptado vivir un romance con el entonces príncipe inglés.

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