Este sábado 27 de junio la familia de Magdalena de Suecia está de celebración. Su esposo, el financiero Chris O’Neill, cumple 46 años en el que podría ser uno de los mejores momentos de su vida, tanto a nivel profesional como personal.
Días más tarde de haber cumplido su séptimo aniversario de boda con la hija menor de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, el londinense soplará verlas junto a su esposa y sus tres hijos: Leonore, de 6 años; Nicolas, de 5; y Adrienne, de 2, en su recién estrenada casa de Florida. Hasta Miami se mudaron hace prácticamente un año, tras permanecer en la capital inglesa desde 2015, año en que dejaron Suecia.
Los constantes movimientos de Magdalena y su familia son a consecuencia del trabajo de Chris, quien en su día renunciaba a las obligaciones que conlleva ser un miembro de la Realeza y solicitó a su suegro "seguir siendo un ciudadano privado y no recibir un status real". Su objetivo era tener la libertad necesaria para poder continuar con sus negocios, una actividad que hubiera sido incompatible con sus nuevo rol dentro de la Corona. Por esta razón es miembro de la familia real sueca pero no de la Casa Real de Suecia.
La princesa Magdalena y Chris se conocieron en Nueva York tras la dolorosa ruptura que la hija de los reyes suecos sufrió al romper su compromiso con Jonas Bergstrom en 2010. La hermana de Victoria de Suecia se instaló en la Gran Manzana, donde comenzó su relación con el financiero, además de ser el lugar en el que nació su primera hija, la pequeña Leonore.
Su boda tuvo lugar el 8 de junio de 2013 en la capilla del Palacio Real de Estocolmo, a la que acudieron más de 350 invitados entre los que se encontraban varios miembros de la Realeza de todo el mundo. Dos años más tarde, con la primogénita de la pareja ya en la familia, decidieron cambiar los rascacielos de Nueva York por Londres, un paso que les acercaría un poco más a la Familia Real.
Sin embargo, sus movimientos no acabaron ahí. La familia actualmente vive en Florida, donde se mudaron hace un año, una mudanza que convertirá a sus hijos en en los únicos nietos de los monarcas suecos en ser educados fuera de las tradiciones del país nórdico.