Emocionado y profundamente orgulloso por el legado heredado de Isabel II, Carlos III ha sido nombrado rey de Inglaterra: "Mi madre dio un ejemplo de amor eterno y de servicio desinteresado. El reinado de mi madre fue inigualable en cuanto a su duración, dedicación y devoción. Estoy profundamente agradecido por el apoyo constante de mi amada esposa"... Con estas palabras, el padre del príncipe Guillermo ha proclamado su primer discurso tras tomar posición de su nuevo cargo y lo ha hecho volviendo a dirigirse a Camilla, el mayor apoyo de todos durante todos estos años. El nuevo Rey se enfrenta a un doloroso duelo por delante tras el fallecimiento de su progenitora pero a la vez, encantado por el cariño que ha recibido por parte el pueblo británico. Sin embargo, una anécdota ha marcado uno de los días más importantes de su vida.
Tras hacerle una sorprendente confesión a Liz Truss, primera ministra británica, y revelar que "tenía miedo por la reacción de la gente", Carlos III ha hecho posesión de su cargo. Y, como marca la tradición, se han aprobado las órdenes para el relevo monárquico que han firmado, entre otros muchos, el príncipe Guillermo, la reina consorte Camilla, y la líder de la Cámara de los Comunes. Cuando ha llegado el turno del hijo de Isabel II, un llamativo gesto ha acaparado toda la atención antes de firmar el juramento.
El rey Carlos III ha pedido, por favor, a uno de los ayudantes presentes en la cámara, que le quitasen todo lo que le entorpecía en la mesa, en concreto, los tinteros, por miedo a que la tinta manchase los documentos que iba a disponerse a firmar y en los que se hacía real su nuevo papel como soberano.
Desde este preciso momento, Reino Unido vive un cambio de era después de que Isabel II se convirtiese en la Reina más longeva después de estar al pie del cañón durante 70 años.