La princesa Amalia de Holanda ya no vive en Ámsterdam pese a que hace prácticamente un mes se mudaba a la ciudad para comenzar sus estudios en Política, Psicología, Derecho y Económicas en la Universidad de Ámsterdam. La joven no sale prácticamente de casa y ha regresado al palacio Huis Ten Bosch debido a que ha recibido una serie de amenazas por parte de la mafia, tal y como han confesado sus padres, los reyes Guillermo y Máxima, durante la visita de Estado que han protagonizado en Suecia.
“No puede salir. Es muy difícil para ella. No hay vida estudiantil para ella como la que tienen otros estudiantes. Estoy muy orgullosa de ella”, ha afirmado Guillermo de Holanda ante los medios de comunicación, quien ha destacado que lo que están viviendo “no se puede describir”. Por sus parte, Máxima ha añadido que está “muy orgullosa por la forma en que Amalia está llevando la situación”, aunque ha enfatizado que no es agradable ver a su hija en estas circunstancias.
Unas palabras con las que los reyes Guillermo y Máxima han confirmado los rumores de las últimas semanas. De hecho, el diario ‘De Telegraaf’ ya aseguró en septiembre que “en mensajes encintados del crimen organizado sobre un supuesto ataque o bien un secuestro se hacía referencia a la princesa y al primer ministro, Mark Rutte”. Entonces, el Servicio de Información del Gobierno (RVD) afirmó que la joven ya no vivía en el piso con amigas que había alquilado en el centro de Ámsterdam y que estaban investigando los hechos.
Entonces, la mencionada publicación publicó que estas amenazas podrían haber surgido en el entorno de Ridouan Taghi, la principal figura del crimen organizado en los Países Bajos y líder del clan de Mocro Maffia, “una división de la mafia marroquí que ha encontrado un lugar en los Países Bajos” y que controla “aproximadamente un tercio de todo el tráfico de cocaína en Europa”, según el ‘Daily Mail’.
Esta situación ha hecho que la seguridad alrededor de Amalia de Holanda se haya multiplicado en las últimas semanas y su vida tanto pública como privada se haya reducido al máximo, lo que seguro que no es del agrado de la joven, quien se encuentra en plena etapa universitaria tras disfrutar de un año sabático.