Este lunes Alberto de Mónaco emitía un comunicado anunciando una gran noticia para el Principado: un próximo desconfinamiento que tendrá lugar el lunes 4 de mayo.
Será entonces cuando los ciudadanos monegascos puedan salir finalmente a la calle, aunque se tratará de un proceso que debe llevarse con la máxima cautela, largo y complicado, graduado en distintas etapas y sometido a estrictas medidas de seguridad. "Aunque la epidemia parece estar bajo control en el Principado, aún sigue muy presente. Vamos a tener que aprender a vivir con este virus, porque todavía no existe una vacuna o un tratamiento efectivo", anunciaba el esposo de la princesa Charlene.
"Espero que todo el mundo coopere y cumpla las condiciones impuestas en cada fase del desmantelamiento del confinamiento, porque cualquier empeoramiento del estado de salud podría retrasar la vuelta a una vida casi normal", recalcaba. Una de medidas contra el contagio, aún posible, será el uso obligatorio de mascarillas en los lugares públicos. Para ello, el Gobierno se encargará de distribuir a todos los residentes este material sanitario producido en el propio país.
Era el martes cuando se anunciaban los detalles de esta noticia: las tres fases con las que se hará efectivo el desconfinamiento. A partir del 4 de mayo, se reabrirán las administraciones, las tiendas, lugares de culto, salones de peluquería y locales de comida para llevar, entre otros negocios; el 11 de mayo se permitirá el regreso gradual a la escuela para ciertos estudiantes; y a principios de junio.
Todo ello tendrá lugar "en vista del éxito de estas dos primeras fases y después de analizar la situación", para dar paso a la reanudación de la actividad de los restaurantes, cafeterías, salas de juegos, lugares de exhibición, cines, playas y piscinas y pabellones deportivos.
Mónaco se ha convertido en uno de los territorios de Europa más seguros ante esta pandemia provocada por el coronavirus -únicamente ha registrado cuatro fallecimientos-. Sin embargo, la situación es complicada para sus ciudadanos que, en la mayor medida, viven del turismo internacional, un sector que tardará meses en recuperarse del todo. Por este motivo, desde el Principado se anunciaba un recorte del 40% en el presupuesto de los príncipes, con el objetivo de aliviar los daños previstos en el ocio de la ciudad-estado.