La reina Isabel II es, hoy por hoy, la soberana más longeva de todas las monarquías actuales, tanto es así, que en junio del año próximo celebrará su Jubileo de Platino. Cumplirá entonces 70 años en el trono, superando de largo a su tatarabuela, la reina Victoria, que ostentó ese cargo durante 63 años. Isabel II ha cumplido este año 95 primaveras, pero salvo algún pequeño achaque, goza de una salud de hierro. La familia real inglesa no puede quejarse en ese sentido. La reina madre vivió 101 años y Felipe de Edimburgo, fallecido hace unos meses, estaba a punto de cumplir los 100.
Claro que a Isabel II los médicos le acaban de dar un buen disgusto: le han prohibido beber alcohol. Precisamente, para que la monarca esté en plena forma para su Jubileo, los médicos que la atienden le han retirado las bebidas espirituosas de sus hábitos más comunes. Eso sí, le dejarán que brinde con un poco de champán en ocasiones muy, muy especiales.
¿Qué significa eso? Pues que Isabel II tiene que despedirse de la ginebra con Dubonnet, su cóctel favorito desde hace años y que, dicen, siempre degusta –o degustaba– antes de comer. A la reina también le gustaba tomarse de vez en cuando un vino dulce, tipo Oporto, después de la cena o, incluso, alguna copa de champán antes de irse a dormir. A su madre, la reina consorte Elizabeth Bowes-Lyon, también le gustaba la ginebra, la bebida favorita, según cuentan, de los Windsor.
Con 95 años, Isabel II va a tener que renunciar a uno de sus mayores placeres en su ajetreada vida de reina. Todo sea por su salud, dicen los médicos. Lo que está claro es que Isabel II de Inglaterra sigue poniéndole cada día más difícil el acceso al trono a su hijo, el príncipe Carlos, que a sus 72 años lleva preparándose toda su vida para reinar y, a este paso, no parece que vaya a hacerlo nunca.