Las miradas suelen hablar más que muchas palabras, y esto es tan inevitable que muchas veces se nos "escapan" pensamientos y emociones íntimas que no queremos verbalizar pero que nuestros ojos no pueden esconder. Esto es lo que le pasó a Carlos Felipe de Suecia durante el 40 cumpleaños de la princesa Victoria, o al menos lo que la revista alemana 'Bunte' creyó ver y ha querido explicar.
Al parecer, la llegada de los invitados y el inicio de la celebración transcurrieron con normalidad hasta que Carlos Felipe y su mujer Sofía llegaron a la entrada de la capilla del Palacio Real de Estocolmo. El matrimonio se detuvo para posar junto a su hijo, el príncipe Alexander, y de repente Sofía se movió para colocar bien el pantalón de su pequeño. Este pequeño gesto provocó una mirada gélida hacia ella por parte de su marido, que tras el imprevisto paréntesis volvió a mirar a las cámaras y siguió sonriendo como si nada.
Pero ese leve y severo gesto no pasó desapercibido y volvió a repetirse tras los saludos al obispo, cuando Sofía se quedó parada en medio de Carlos Felipe y Alexander. El príncipe, tan serio como antes y con frialdad, cogió del brazo a su esposa y la colocó a su lado para decirle unas palabras en privado que no se pudieron captar. Tras este segundo momento incómodo, volvió a sonreír y la familia siguió posando como si nada.
El curioso incidente ha hecho despertar los rumores de crisis a través del medio alemán, que se preguntaba qué había pasado con el intenso amor que se prodigaba la pareja hasta hace no tanto: "¿Qué hay de malo entre los antiguos tortolitos? Hasta la fecha los dos siempre se han visto muy enamorados. Una mirada a Carlos Felipe podría proporcionar la respuesta: el príncipe aparece muy cansado, incluso con ojeras. Tal vez había pasado una mala noche", comentan en el medio. ¿Sería tan solo una mala noche... o realmente hay algo más? Por el bien de Alexander y del bebé que esperan para otoño, esperemos que sea solo lo primero.