Así fue la boda de Luis Ortiz y Gunilla von Bismarck: de sus fiestas con la 'jet set' marbellí a su peculiar separación

El empresario, que se casó con la rica aristócrata alemana en octubre de 1978, falleció esta semana debido al cáncer de próstata que padecía desde hace un par de años

Álex Ander
Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Luis Ortiz y Gunilla, el día de su boda
Gtres

El pasado 17 de septiembre, Marbella perdía a uno de sus emblemas, Luis Ortiz, ex marido de Gunilla von Bismarck, junto a la que amenizó las fiestas de la 'jet set' durante años. Considerado el típico niño mal de casa bien, Ortiz era hijo de uno de los censores oficiales del régimen de Franco y ya de pequeño solía veranear en Marbella con su familia. Más adelante, mientras trabajaba como relaciones públicas de un local nocturno, conoció a Yeyo Llagostera, con el que constituiría los Chorys. 

"Desde luego no éramos músicos, como algunos creen", explicó al respecto. "Nos juntamos cuando Yeyo y yo volvimos de América. Animamos a [Antonio] Arribas y a [Jorge] Morán e hicimos clubes en Madrid y aquí. Pero, sobre todo, éramos el alma de las fiestas. Estaban los Dominguín, los Hohenlohe, el tito Jaime... nuestros hermanos mayores. Eran los 70, teníamos 30 años y nuestro lema era '¡todo palante!'. Era fácil introducirse en los círculos".

Estando una noche en el Marbella Club, hotel de lujo abierto por el príncipe Alfonso Hohenlohe, Ortiz clavó sus ojos en la rubia y alta bisnieta del canciller Otto von Bismarck, Gunilla, que también se fijo en aquel juerguista empedernido. "Si no fuera por ella, estaría muerto", confesaría una vez. "Me ha encauzado, me ha dado disciplina. Antes de ella, no tenía ni horario ni calendario". Enseguida se fueron a vivir juntos y el 7 de octubre de 1978, seis años después de comenzar a salir, se casaron por el rito protestante en la capilla del castillo de Friedrichsruh, residencia de los príncipes de Bismarck, cerca de la ciudad alemana de Hamburgo. 

"La boda fue fantástica", explicaría luego la alemana, que el día de marras lució un largo traje de chiffon blanco con volante y cola de un metro de longitud. "Duró tres días. Vinieron muchos amigos y bailamos un montón. Todo el mundo estaba muy elegante. Hacíamos deporte durante el día y bailes por la noche. Hubo unos 120 invitados. De España vinieron Cari Lapique y Carlos Goyanes. También estaban los reyes de Suecia. Luis tenía 10 hermanos, pero no vinieron todos. Estábamos en un pueblo pequeño y no había muchos hoteles. Solo invitamos a la gente más cercana”.

Gunilla y Luis Ortiz, el pasado mes de abril
Gtres

Según una crónica del evento, la ceremonia nupcial fue oficiada por el pastor evangélico de Aumühle y capellán de los Bismarck, Hans Jochen Arp, "cuya larga plática hizo que aquella se prolongase veintinueve minutos. Como el novio no hablaba alemán, el oficiante tuvo que traducirle al español la pregunta '¿Quieres a esta que Dios te da por mujer, Gunilla, Margarethe, Rosemarie, Katherina, Antoinette, Ivonne von Bismarck, para amarla y honrarla como tu esposa?'. Luis Ortiz Moreno contestó, en español, 'sí' [...]. Y así quedaron convertidos en marido y mujer Luis y Gunilla. Un matrimonio de amor al que no se opuso nunca la madre de la novia, la princesa Ann Mari. El padre falleció en 1975, dos días antes de sus bodas de oro. Poco antes de la ceremonia nupcial, Gunilla y su prometido visitaron el sepulcro del príncipe, que no pudo llegar a ver la boda de su hija predilecta".

Su gusto por el hedonismo

Desde el minuto uno, la pareja tuvo claro que echaría raíces en Marbella, donde su único retoño, Francisco José, ahijado de la reina Silvia de Suecia, se crio entre algodones y tuvo acceso a los colegios más exclusivos. "Cuando quisimos tener a nuestro hijo, decidí hacer solo aquello que me divirtiera. Viajar, conocer gente, gastar dinero… Me encanta el dinero, me gusta tanto comprarme ropa, asombrar a mis amigos con cosas extravagantes y divertidas. Las joyas, los perfumes, no tener que calcular lo que me queda o lo que puedo gastarme,...", aseguró una vez Gunilla, que nunca ha tenido necesidad de dar palo al agua. De hecho, en otra ocasión explicó que sus ingresos "vienen de una renta que me concedió mi padre hace mucho tiempo, y la verdad es que me llega de sobra y me permite vivir muy bien".

Para sorpresa de muchos, en febrero de 1989, vía exclusiva con una revista, la pareja anunció su divorcio, que algunos achacan a que los protagonistas llevaban estilos de vida muy diferentes y otros tantos al maldito parné. Sin embargo, Luis y Gunilla continuaron haciendo vida en común bajo el mismo techo, y ella llegó a asegurar que "jamás" permitiría que su ex tuviera una relación con otra mujer, porque es muy posesiva y dominante. “Después de un año volvimos a vivir juntos”, relató él. “Como si no hubiera pasado nada. Siempre nos hemos querido. Alguna vez me ha puesto las maletas en el pasillo después de llegar a las tantas con un melocotón. Pero nunca le he puesto los cuernos. Me iba a la discoteca, me perdía... A las dos de la mañana Gunilla se retiraba, pero yo me quedaba. A partir de las dos la gente que bebe se pone pesada. Aunque la peor de todas las drogas es el juego y el alcohol”.

Durante la década de los noventa, tanto el uno como la otra mostraron su apoyo al entonces alcalde de Marbella, Jesús Gil y Gil, hasta el punto de que se rumoreó que el Ayuntamiento pagaba a la alemana por ejercer de relaciones públicas. Pero cambiaron de opinión, o al menos eso hicieron creer a la gente, después de que el soriano ingresara en la cárcel acusado de malversación. "A Marbella le sobra la cultura del hormigón y del ladrillo", contó Luis a una revista. "Se han construido edificios monstruosos, sin tener en cuenta la estética y el orden urbanístico. Poco a poco se ha ido convirtiendo en una ciudad agobiante... Y, sobre todo, lo que le sobran son casi todos los políticos [...]. Reconozco que [Gil] ha hecho mucho por Marbella, pero ha hecho aún más por él y por su familia".

 

Juntos hasta el final

En aquella misma entrevista, el ex Chory reconoció que Gunilla y él seguían juntos porque, con el tiempo, su relación había ganado en calidad y ahora eran "más felices que nunca". Tampoco la alemana solía escatimar en elogios a su otrora marido: "No hay nadie como él: buena gente, decente, no distingue entre un rey y un jornalero. Es increíble, no me lo creo ni yo. Nos llevamos mejor que nunca: jugamos al pimpón, bailamos, vemos a los amigos... nos divertimos [...] Digamos que estamos pendientes el uno del otro, pero independientes. Es una relación muy bonita”. 

Ambos mantuvieron siempre una estupenda relación con su hijo, que está casado con la abogada Elisabet Dutú, con quien reside en Zúrich, y les dio dos nietos que se convirtieron en la mejor medicina del empresario cuando en 2022 le fue diagnosticado un cáncer de próstata. En los últimos tiempos, nuestros protagonistas siguieron posando juntos en diferentes alfombras rojas. La última vez, el pasado mes de abril, durante la fiesta del 70º aniversario del hotel Marbella Club, en la que el madrileño lucía ya visiblemente deteriorado. "Luis era la luz y la alegría de mi vida", ha confesado Gunilla. "Su tremendo sentido del humor era una de las más destacadas cualidades de su personalidad y también su filosofía de vida, ser feliz. Tenía un talento innato para imitar a personajes famosos que dejaba a todo el mundo atónito. Todas estas cualidades permanecerán por siempre en la memoria de los que caían rendidos ante su personalidad y su contagiosa risa".