Belén Esteban lleva confinada desde que se decretara el estado de alarma. La colaboradora, a diferencia de algunos de sus compañeros, dejó su puesto de trabajo al encontrarse dentro del grupo de personas de riesgo. El peor trago llegó cuando, lo complicado de la situación, hizo que se separase forzosamente de su marido, Miguel Marcos, técnico sanitario. Pero Belén no está sola, ya lo sabemos, su hija Andrea se ha convertido en su mejor compañía y, ahora también, en compañera de trabajo.
Andrea ha regresado a casa desde Birmingham, donde desarrolla sus estudios de técnico de sonido, para estar junto a su madre, y no solo le está haciendo compañía, sino que se ha convertido en una pieza fundamental de la nueva sección culinaria de Belén para Sálvame, en su compañera de trabajo. "La tengo loquita", comentaba la colaboradora acerca de la ayuda de su hija en sus conexiones con su programa. Todo comenzó con un divertido momento en directo en el programa de las tardes de Telecinco en el que Belén mostraba, desde su cocina, su buena mano a la hora de hacer croquetas. Su cámara improvisada fue Andrea Janeiro, pero la cosa ha ido a más.
Finalmente la sección de Belén se ha convertido en habitual y Andrea se está especializando muchísimo en su trabajo como cámara de Sálvame, ¿acabará apareciendo en pantalla? A saber, lo que sí está claro es que desde Sálvame están encantadísimos con su labor. Sin ir más lejos, hoy han destacado desde plató que se nota que "la cámara cada vez lo hace mejor".
Belén Esteban ha compartido que la productora le ha dado a la joven un móvil nuevo, con trípode y auriculares con lo que Andrea se está haciendo toda una profesional en las retransmisiones en directo. De alguna manera, a marchas forzadas, se ha convertido en cámara de 'unidad móvil' pero desplazada a la cocina de su madre. Y lo hace con total desenvoltura y de lo más valiente.
¿Cambiará su futura profesión de técnico de sonido por la de cámara? Igual el confinamiento le está abriendo un nuevo camino profesional sin que nadie lo hubiese esperado; ya lo dicen: no hay mal que por bien no venga.